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De estar viviendo un infierno en piel, al fin pudo sentir una frescura que la hizo estremecerse, sentirse fresca pero a la vez tener esa misma necesidad de apegarse a esa fuente de frescura. Pensando que era la misma pared, se acurrucó ante ella, pero tras un minuto de estar allí, percibió que la pared le había soplado fresco donde yacía la marca. Su cabeza aun estaba muy adormilada para siquiera dar orden a este como para transmitir palabras coherentes pero no le hizo falta con solo escuchar, sentir ya le fue suficiente para volver a percibir un hogar fresco, un lugar donde no quisiera nunca mas dejar de estar.

Su Leongina había vuelto, su Maxam había vuelto, por lo que no sabe muy bien como lo hizo pero se volteó hacia esa persona especial y se apegó buscando mas de ese fresco. Lo necesitaba como el aire que respira, y los labios al contacto de su nuevo "tattoo" en el cuello, la marca... Literalmente era lo mas delicioso y justo que poner en ese lugar. Era como si lo que estaba buscando para calmar la fiebre, al fin lo hubiera encontrado aunque no recuerda ni cómo.

Pero tras ese pequeño encuentro no consciente le fue mas que suficiente para relajarse, sonreír cómoda y dormir como debía ser. En los brazos de su albina favorita. La respiración de la castaña era tranquila, y eso hacía que la recuperación del Alfa mejorase, si Bella estaba bien, el Yin-yang también lo estaría.

[...]

En esa mañana siguiente, Bella habia faltado a clases, Charlie había dicho al Instituto sobre una gripe bastante aguda en su hija y que demoraría al menos esta semana en recuperarse. Por lo que, al igual de la supervisión del adulto tutor, con la confirmación del certificado medico enviado por fax, se consiguió una pequeña semana de recuperación para la joven Swan.

Si bien, Charlie aquella mañana había salido a trabajar bien temprano, con la promesa de ambos protector y guardiana, de que fuera avisado ante la mejoría de salud de su hija. Mientras que por el lado de la pareja, se encontraban dormitando muy juntos y sentados en el sillón de la sala. Disfrutando de un poco de calma antes del caos. Habían recibido un mensaje del Clan Cullen, habían coincidido con un clan nomada y este no era muy bienvenido por la zona, pero por algun motivo no querían dejar Forks.

—Me preocupa un poco en como nuestro Alfa reaccione ante la noticia. —rompe Luca el silencio agradable. Quien iba acariciando la piel del antebrazo de su mate.

—¿Crees que se descontrolará?—pregunta somnolienta Yiara.

—No, no es eso. Me preocupa que la luna lo descoloque. —admite la razón, tras acurrucar su cabeza a modo de esrar dejando un beso en la cabeza de su albina pareja.

—No puedes esperar tanta actitud responsable de una joven adolescente. Está en su momento de experimentación, no podemos reprimirla o irá a peor. —dice Yiara entendiendo la mención de Bella en el asunto, esta mujercita era muy curiosa para la sanidad mental y pacifica de Leongina, más trabajo para Maxam.

Me compadezco de Maxam. Tener dos mujeres que cuidar, será estresante. —interfirió Arca el lobo de Luca, tomando control de la voz oral y no mental.

—No diré nada al respecto. No quiero discutir. —bufa Yiara al escuchar eso. Ni ganas tenía de moverse de los brazos de su pareja.

No quise decirlo a esa forma. Pero, diablos eso si que ha de joder. Estar estresado todo el tiempo por protegerlas. A lo mejor es tiempo que se decida enfrascarse solo a la Luna y se fusionen, que se yo. —dijo nuevamente, aunque se golpe se cayó, y Lucas volvió— Agh... Que viejo gruñon esta Arca hoy día. Perdona preciosa. No fue ninguna de discutir mis intenciones.

—Te comprendo cariño, solo es estresante esta situación y eso que no quiero ni involucrarme. —dice Yiara bastante acurrucada a su hombre.

Sin embargo, ambos se tensan al escuchar pasos de cuatro personas estar bajando las escaleras. Eran livianas, nada de brusquedad había, aunque el aroma a su alfa los hizo levantar la mirada. Luca ya para este momento sudaba frío.

—H-ho...ejem... Buenos días, Alfa ...Luna. —saluda nervioso Luca.

Era muy obvio por la mirada seria de Leongina que los había escuchado, sin embargo, Bella parecía bastante adormilada y mejor que antes, solo que parecía no querer despegarse de la albina, por lo que era entendible.

—Buenos días...—susurró Bella aun con la voz adormilada, y en cuanto terminó de bajar las escaleras, se dirigió automáticamente a la cocina para prepararse el desayuno. Tenía mucha hambre y necesitaba comer.

El gruñido de los estomago de ambas había opacado el nerviosismo de Luca. Yiara solo se dedicó a sonreír divertida y despreocupada, tampoco era una novedad esa crítica directa a Maxam. Era cosa de siempre escuchar.

—Buenos días querida Yiara, Joven Luca. ¿Necesitan ambos decirme algo? —dice la albina mientras termina de bajar las escaleras con la postura despreocupada a la par que va estirando los brazos por encima de su cabeza. Al igual que crujen los hombros.— vaya que me siento como rama de pino.

—Eh... Hay temas que tal vez sea muy temprano para la Luna, comprender. —empieza diciendo Yiara ante la sospecha de su Alfa.

—Por la consideración que estas dando, me da la sensación que es algo que cambiará mi buen humor. —murmura acercandose también a la cocina, mientras notaba la preparación de un simple desayuno de su Luna, cereal con leche en un tazón mediano.

Eso realmente no la llenaría ni en un millón de años. Por lo que, suspira, tenía bastante hambre.

—Le diré a Jonas que traiga mas comida si lo necesitas. Porque nos acabamos lo que había, Alfa. —dice Lucas levantandose del sillón a regañadientes. Mientras sale pitando por la puerta como si alma dependiera de ello.

—Que cagón es. Ni que lo fueras a matar. —farfulla Yiara, mientras se levanta y se acerca a la cocina— me alegra saber que tienen mucha hambre.  Puedo traerte un venado crudo, Alfa.

Maxam gruñe ante la delicia de solo imaginarse esa carne. Mientras que la mueca evidente de Leongina que miraba a su luna que por suerte ni estaba por la moción de haberse enterado de algo, por lo que suspira y asiente. No tenía de otra, debía volver a fortalecerse, y no recaer por el regaño no acontecido.

—Volveré justo para cuando mi macho se de cuenta que podía comunicarse mentalmente con Jonas. —dice Yiara tras salir por la puerta trasera de la cocina, con gracia.

—¿No comerás conmigo, Leo?—pregunta Bella mientras mete una cuchara con cereal a su boca.

Mirandola y esperando su respuesta, ya estando sentada sobre la silla, apoyada en la mesa con la espalda curvada. Con el cabello desordenado por estar durmiendo tanto.

—Comeré a tu lado, mi pequeña Luna. Solo que lo que desayunas no llenará mi estomago ni un millón de años. —admite con una sonrisa de disculpa, la albina de ojos celestes palidos.

—Vaya. ¿Cómo cuánto de ... Comida necesitas para satisfacer el hambre?—pregunta curiosa ante ello.

—Mucha, y bastante diferente a lo que comes, mi pequeña. —se permite sentar a un lado de Bella, mientras le acaricia el cabello con dulzura, peinandola de paso con sumo cuidado.

—¿Cómo es eso?

—A veces es mejor terminar la comida que tienes en frente, a no tragarla por otra mala sensación.—dice con voz sabia la albina mientras toma la cuchara de las manos de su luna, la llena del cereal con el yogur y se lo lleva a la boca de la joven Swan.

Quien no se queja ni molesta en ser alimentada por su Leona. Dosfrutando juntas de la espera de ambos lobos que fueron a por la comida del Alfa.

Isabella Swan, Mi LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora