〔 O2 〕

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Durante el viaje hacia Forks fue sumamente aburrido y agotador para ella, é imaginaba que lo estaba siendo para su husky siberiano. Aunque le habían prometido que estaría cedada y a gusto en una parte del avión. Decidió dormir para no pensar en cosas como esas, y reservar energías.

No supo cuándo tiempo demoró pero si pudo sentir que una azafata la despertaba anunciando que ya llegaron, por lo que no se esperó más para llegar hacia su mejor amiga. Quien parecía bastante adormilada, en cuando salió de la caseta para perros de su tamaño, la vio estirarse en el suelo para luego acercarse y vigilando que ella estuviera con bien. O al menos así se lo imaginaba al verla detallarla con la mirada.

Se inclinó para acariciarla y mimarla un poco, logrando que ansiosamente feliz fuera recibida ocn lamidas, mientras fichaba la cuerda al collar para evitar algún problema con el lugar. Agarró su carrito de equipaje y en cuando pudo ver a Charlie se acercó incomodamente a saludarlo, pero la mirada que su padre y su leona se dieron fue significativa, viendo el respeto entre ellos. Le costaría volver a acercarse a su padre, tanto tiempo alejados los había distanciado y el ambiente se sentía muy incómodo para su gusto.

—Bienvenidas a Forks, me alegra un montón volver a verlas. —saluda Charlie con un brillo especial en la mirada, como si le hubieran dado el mejor regalo de todo el año.

—Gracias papá.

Cortamente pero significativamente eligió responder, apesar de la incomodidad sabía que debía dar de sí misma para que las cosas se arreglaran. No siempre debían hacer todo por ella.

Después de varias horas de papeleo correspondiente, junto a un encuentro bastante extraño de su mascota con un desconocido, quien se encontraba ayudándoles cordialmente con el equipaje y dando un mejor regreso al hogar.

El joven que parecía tener unos aproximados 38 años, al menos en apariencia física se notaba muy apuesto y educado, pero en cuanto había visto a su husky la seriedad de su rostro cambió al ver que el prendedor de la correa se salió del collar, y poco después la albina se había tirado encima suyo. Que por consecuencia ambos terminaron en el suelo, pero el joven señor sólo se carcajeaba mientras recibía las lamidas de su Leona, como si fueran amigos desde hace bastante tiempo.

—No entiendo nada. —admitió confundida.

—Es el joven dueño de la camada de cachorros al que pertenecía leona. Es normal que lo reconozca, la cuidó durante bastante tiempo hasta que fueras apta para tener una mascota a tu alrededor. —explica Charlie mirando tranquilamente la situación.

—Hum... ¿Y cómo se llama? —pregunta curiosa de saber más.

Todo lo que era en relación a Leona lo quería y necesitaba saber, tal vez le seria de utilidad para saber porque tenían dicha conexión mental entre ambas desde que ocurrió aquel hecho.

—Jonas O'Reilly. Es un gran historiador de las leyendas de Forks.—volvió a responder Charlie, bastante incômodo, por alguna razón que desconocía.

«Y su familia desciende de los guerreros de nieve. Y es mi mejor amigo, mi luna»volvió a manifestarse la voz de su leona en la mente.

—Oh, vaya. Gracias papá.

Y en cuanto terminó de decir aquello su leona ya se acercaba con el tal Jonas, bastante tranquila, algo avergonzada por sus acciones dejándose colocar de nuevo el prendedor de la correa.

—Es un gusto volver a verla, Señorita.—saludó Jonas, de manera respetuosa y con mucha formalidad.

Tanto que sentía que podía inclusive haber hecho una reverencia a como los tiempos de la realeza.

Isabella Swan, Mi LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora