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Maxam, era el alma de lobo dentro y parte de la personalidad de Leongina, básicamente era la contraparte del ser vivo como tal, la parte salvaje del humano metamorfo. Cobra vida y sentido de carácter una vez que su portador lo deje hacerlo o bien en época de celo, donde su instinto natural pide preñar a su luna de sus cachorros. Se llama Maxam con el objetivo de encubrir su verdadera naturaleza, que en realidad es ser el elemento yang, la oscuridad del mundo. Mientras que su portador es quien lo mantiene a raya y en equilibrio, si algo hicieran a su portador, familia o luna, su cordura desaparecería y no habría piedad que los pudiera salvar de sus fauces.

Por otro lado, Leongina, esa mujer tan guerrera y perseverante a pesar de haber nacido con un cuerpo geneticamente modificado por los dioses ante su nacimiento, siendo un ser ambiguo de género no era algo sencillo de sobrellevar cotidianamente, más porque su portador de Ying poseía un corazón tan puro pero tan resentido al dolor que el mundo había hecho desde un principio a sí misma, había sido víctima de apodos como: "fenómeno", "monstruo", un ser vivo que no debería haber nacido. Maxam era consciente del mal presagio que su linaje de seres transexuales daría a un ser humano, ya que era el tipo de ser vivo que a la primera que no viera normalidad en su rango de visión, lo catalogaban como ser vivo no grato. Mientras que en el plano animal aquello era tan común y parte de la vida, era tan normal que sea contrario a la naturaleza "típica" de humanos. Pero ellos, él y su portadora, no eran parte igual que los demás seres vivos, era una subcategoria hechas para traer equilibrio al mundo; siendo esa una de las razones que siempre lo limitaban, ¿porque? La respuesta sería, porque no podría hacer y deshacer si fuera necesario las matanzas que su mal temperamento daba a consecuencias de los hechos que ocurrieron en la vida de la albina de ojos celestes. Eran el yin-yang juntos eran el monstruo y salvación en persona, pero para haber podido ser compatibles en el día a día debieron trabajar, controlarse y cuidarse mucho en cada paso que daban, ya no sólo por el mundo sino por la llegada de su salvación personal, LA LUNA, su pareja obsequiada por los dioses antes sus sacrificios y esfuerzos por mantener en orden las razas durante ciento diecisiete años.

A pesar de Maxam si fuera un alma de casi cuatro décadas de antigüedad, su portador sólo tenía ciento diecisiete años, casi la misma par de edad que su pequeña amada, Isabella Swan, que poseía ya diecisiete años. Motivo suficiente para estar tan ansioso, protector y deseoso por salir a estirar las patas, presentarse a su amada, ya inquieto en salir a reclamar lo que le pertenecer por destino, por decisión de su propia luna, y por el esfuerzo humilde de Leongina. Y si que era esfuerzo humilde, ni el se inclinaría ni arrodillaría nunca antes en su vida a la opción de convertirse en una mascota para ganarse de una manera puramente leal de su luna, él lo haría tal cual alfa posesivo y loco por la mujer que sería la madre de sus hijos. Siendo así como caía en cuenta porque no era la voz de la razón en el cuerpo de su portador, y sólo ser la voz del impulso e instinto natural, lo describía tal cual era. Tal vez si hubiera cedido a ese impulso, hoy en día su amada no los amaría y sería tan fiel a ellos, ni siquiera les tendría la confianza suficiente.

Sus acciones durante toda la vida de la pequeña Luna, eran sin duda la expresión más real, pura y leal de servir, proteger, amar y cuidar a la persona más importa de su existencia. No decía palabras que los pudiera cubrir en mentiras, no decían hechos que sólo estaban para ser incumplidas, no prometía un amor humano típico, sino que daba todo de sí para poder ser los más sinceramente leales en sus acciones para la felicidad y bienestar de su amada, manada y mundo en general.

Y si la mentira salía era para cumplir las reglas impuestas por los años, reglas que si se rompían, su sello de contención abismal de su capacidad destructiva salía sin siquiera el poder manejarlo. Eran cosas que ni por más que el quisiera manejar no lo podría hacer, era la naturaleza haciendo de las suyas, por más que a esta se la quisiera domesticar, se debía tener claro que no todo en esta vida se podría domesticar. Existen tantas cosas que se escapan de las manos de uno, que tan sólo con su ingenio, perseverancia y supervivencia serían capaces de conseguir salir adelante.

«Porque lo que no te mata, te hace fuerte.» Esa era la frase más mencionada por Maxam.

[...]

Maxam había salido a estirar las patas en cuanto su beta Fénix había salido del despacho, Leongina estaba en un estado de shock al sólo pensar que su pequeña Luna habría estado envuelta en ese suceso caótico. El ser espiritual y la voz del instinto había pedido, rasguñado y exigido salir en busca de la pequeña luz de su existencia, sin embargo, por más que se sintiera arder viva la albina no había cedido en ningún momento en la petición, mas que nada por la regla Lunar. Bella aún no cumplía con la edad mínima del requisito, no podía dejar salir su instinto y acelerar un millón de cosas en el proceso.

Leongina sabía que si se dejaba de contener, el ciclo de nudo y celo saldrían a flote, rompería su propia regla hecha en honor a su difunta familia, todo el esfuerzo realizado por varios años habría sido en vano. Y no se lo podía permitir, debía confiar en su manada, en su beta Jonas con Chelo, ambos estaban preparados para esta situación. Todos estaban listos para cuando el caos se estuviera acercando, porque la hora de la verdad se acercaba con creces.

«Una vez cumpla nuestra Luna sus dieciocho años, saldré a la luz. Sé que ella no nos juzgará, entenderá que por mantenerme en equilibrio llevas el reproductor masculino en tu cuerpo, entenderá nuestras razones... Porque ella está hecha para nosotros. Y nosotros para ella.»habia sentenciado Maxam trás salir a estirar las patas alrededor de la casa Swan, esperando a su luna.

«Ella será lo que necesitamos y lo que ella necesite ser.»finaliza ya mas calmada Leongina. Tras escuchar un pequeño hilo de palabras ante la conexión telepática de la manada:

«La Luna se encuentra en perfecto estado, solo tiene un trauma pequeño de shock ante el accidente. Mientras que Luca se está recuperando muy bien de la intervención por el Doctor Cullen al haberse roto algunas cosillas en el accidente.»notifica el beta Jonas.

«Muchas gracias, Beta Jonas...»el pensamiento había salido como compresa de paz para su cuerpo y mente. Tanto ella como Maxam estaban plenamente aliviados.

Tanto que, Maxam se dejó dominar, para dejar volver a ser uno mismo con Leongina, transformándose ambos en la mascota albina perruna, ingresando a la casa y bebiendo agua con bastante tranquilidad. Aunque su tranquilidad no duró mucho en cuanto pudo olfatear el aroma de su pequeña bella, y salió corriendo en su dirección, arrojándose alrededor mirando si todo realmente estaba bien, para luego mirar significativamente a Charlie quien se aleja tranquilo de verla igual que él, seguidamente ambas suben las escaleras en dirección a la habitación.

Bella se acuesta directamente a dormir, aunque pide que la albina suba a su cama, lo cual hace sin rechistar, para finalmente y por último gesto consciente, sentirse abrazadas cayendo juntas en un estado de sueño tranquilizador.

Mañana sin duda, sería un gran día. Ambos tan sólo debían esperar el cumpleaños de su luna, para decir la verdad. Tan solo esperaba que este inconveniente natural no sea el paso oportunista par a otro ser, el vampiro cobrizo que tanto era advertido de no realizar alguna estupidez.

Sin embargo, Edward Cullen no desistiría, quería saber varias cosas, entre ellas: ¿por qué no le podía leer la mente? ¿por qué la sangre de Isabella Swan le llamaba?, tanto como para el otro extraño motivo adicional de querer protegerla hasta de si mismo. «Realmente... ¿De qué se trataba la visión que Alice había podido ver?» se preguntó el cobrizo, viéndolas desde la distancia a unos cuantos árboles para no ser percibido. Varios lobos de un tamaño distinto al de la Reserva Quileute cuidaba el hogar de la familia Swan.

#¿Qué les parece el hecho de que Edward sea el obsesivo por conocimiento y no Bella como en el libro original? ¿Se imaginan como sería el encuentro de la verdadera realidad de Leongina frente a Bella Swan de dieciocho años?

Isabella Swan, Mi LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora