〔 42 〕

687 83 2
                                    

Elay Skene se había quedado totalmente ridiculizado ante una humana, una humana que para su mala suerte era la compañera completa y absolutamente hecha para su soulmate, su querida Yin, hecha para el Yin-yang, el solo era la parte incondicional que la ayudaba a sobrellevar la felicidad, una sana relación de hermanos o mejores amigos, el sabía perfectamente que nunca habían sido hechos para estar juntos ni en esta ni en la otra vida.

Pero la indiferencia con la que Leongina, su Leo, lo había tratado desde el principio y mostrando una vez más que haría el equilibrio más óptimo para ambas mitades de manera refleja y perfecta, le había dado donde más creía nunca sentir la cruda verdad, no como aquella cruda que te daba al exagerar el consumo de bebidas alcohólicas, no, era una cruda de las más duras saber que una humana normal y corriente había ganado la vista completa de aquella albina que alguna vez fue completamente suya.

Porque si, Elay se había postrado como todo omega por derecho y obligación, como la educación que se daba en las manadas de responder ante una petición de su alfa y más si era una falta de respeto hacia la Luna de la manada. De tan solo recordar aquel momento tan humillante había sido como un golpe en el orgulloso y egocéntrico corazón suyo, no fue para nada sexy ni hermoso hacer aquel gesto de sumisión a quien no fuera su alfa, su soulmate.

-Yo, Elay Skene, omega y soulmate del Alfa Hembra Leongina, de la manada Ginonix ofrece sus más sinceras disculpas de haber profanado los labios que pertenecen a la Luna. -dijo una vez arrodillado y con la cabeza baja, postura baja en sumisión, mientras se mordía los labios-suplico su perdón, Luna Isabella.

-Lo sabías... E igualmente lo hiciste. -respondió algo reacia la castaña ante tales declaraciones-pero por esta vez, te la dejaré pasar. «Tampoco he entendido mucho»quiso decir avergonzada Bella, pero no lo admitió.

Decir aquella última frase le costó más de lo que parecía ser fácil de pronunciar, le sabía a total ridiculez decir «Luna Isabella», no tenía sentido, pero igual manera parecía lo correcto ante la mirada e inhalación profunda de su alfa albina.

-Estas liberado. Hablaremos más tarde, Elay.

Y tras aquellas pocas palabras, lo había dejado allí, de rodillas como un perdedor, o al menos así se sintió por unos momentos, aunque no sintió mucho tiempo la falta de la calidez de su Yin, de aquel lado bondadoso que tanto amaba con toda su alma.

Una mano desordena su cabello de una forma suave y ligera, una cálida caricia que hizo vibrar y relajar su cuerpo al completo.

-Gracias por cumplir con tu palabra, mi pequeño soulmate.

Elay había entreabiertos ligeramente los labios ante la sensación tan cálida, suave y única de curar sus heridas de celos por tener que compartirla. Estaba a sus pies y siempre lo estaría, ella era quien lo había salvado años atrás, y por ella había renacido.

Aunque no le había durado mucho aquel pequeño toque, por que la imagen dulce y espectral de su querida Yin se había esfumado tras dejar un pequeño beso en la frente. Dejando en claro, que aunque Leona estuviera consciente y dominante de su cuerpo, ya no estaban solos, ahora la verdadera persona estaba a lado del Alfa, la verdadera y única Luna que por años fue protegida y reservada en la oscuridad. Yin ya no era dueña de sí misma, ya había desperdiciado mucho tiempo atrás del cual debió haber consumido antes de la aparición de la Luna Isabella. El yin-yang eran uno solo, y de alguna manera debía llevarse bien, porque el solo era como un hijo para Yin, quierase o no, pronto él mismo tendría a su compañero también.

Pero estaba celoso de tener de compartirla, estaba con ganas de hacerle pruebas de sí de verdad merecia la pena dejarla fácilmente en las manos de la luna, aunque no fuera necesario, lo haría.

Isabella Swan, Mi LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora