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El prominente lobo blanco de ojos bicolores se encontraba caminando de regreso a la casa Swan, el pelaje seguía impregnado de ese color rojizo y el aroma de azufre y menta, era un signo bastante desageadable para cualquier animal cercano. La barbilla del lobo no dejaba de sangrar, mas por tenerla apretando de molestia pura.

En una hora y media, Maxam pudo comprobar que la adrenalina y enojo podía con él mucho mas de lo que debía, hasta se habia olvidado de su propio sangrado porque su misión era terminar de raíz con este asunto que había dañado a su querida Yin. Pero ahora tras intervenir con ayuda de su beta y hablar con el clan vampírico, dejarle las cartas sobre la mesa; había hecho que mente dejara de pensar en innumerables sucesos para descuartizar a todos, más aun poder al fin concentrarse en sí mismo.

Pudiendo percibir que tras muchos kilometros por delante, haber pasado el territorio de los Cullen hasta llegar a su bosque, recién cuando aspiró profundo pudo notar lo mareado que se sentía, como su mirada era muy borrosa e incapaz de enfocar en algo. A tal punto que tras la nieve cercana, resbaló y cayó al suelo, muy incapaz de levantarse por el dolor de la barnilla y el mareo profundo que inundaba su ser.

—El enojo puede cegar la realidad. Decían por ahí, que había un animal herido mas no sabía que serías tu. —dice una voz femenina bastante ronca y madura, proveniente del lado derecho.

Los ojos bicolores intentan vincular una imagen tras esa voz, pero todo gira y también bastante para su gusto. Pero muy en lo profundo de todo ese malestar se encontraba Leongina.

«Yiara no tengo tiempo para tus regaños, haz lo que debas hacer y ya.»comunica Maxam impaciente.

—¿Y dónde mi pequeña Leo?—ignora a Maxam la mujer de cabellos rubio platinado corto, mientras se acerca al enorme lobo y toma con cuidado la cabeza en sus manos.— Por el color de sus ojos, percibo que ambos están.

«¿C-cómo está mi Luna?»pregunta apenas la voz suave de Leo, entre el gruñido preocupado de Maxam.

—Según el mensaje rápido de Luca, ha dicho y cito: "Debes volver cuanto antes con el Alfa, la Luna esta con fiebre alta. Recién marcada es un peligro para su salud sin el Alfa". ¿Cómo te atreves de dejar a tu luna en ese estado? —pregunta con reprobación en la voz.

Yin-yang se sienten pequeños ante la regañada de su protector, mas que nada Leongina que Maxam, pero tenía razón. Ambos se habían dejado llevar por el enojo y molestia del vampiro ante su rebelión en contra de ellos, que los llevó a olvidarse de otras cosas importantes, los cuales no era realmente importante el asunto del vampiro ni mucho menos la familia de este. Por lo que, en teoría, mas que nada su propia debilidad que ahora presentaban era prácticamente por estar alejados de su Luna.

—Pero no seguiré más, tiempo es lo que no nos sobra. —siguió Yiara, tras levantar la cabeza del lobo blanco, ensangrentado con aquel rayon que no detenía su sangrado. Lo miró y comprobó que en definitiva, la sangre estaba contaminada. —¿Has estado comiendo bien este tiempo, Alfa? ¿Desde cuando no se alimenta de carne cruda?

El lobo hace memoria, al igual que ambas almas, cayendo en cuenta que todo les iba mal en relación a cuidarse para ellos mismos. Podían saber cuidar excelente al resto, pero si era el cuidado hacia ellos mismos, fallaban fatalmente.

«Desde la última vez que acabaste bajo la nieve.»admite Maxam cerrando los ojos para no ver el regaño.

Yiara contó hasta diez al momento que fue soltando la cabeza del enorme lobo, se acaricia el monte de su nariz y suspira. Totalmente frustrada.

—Te curaré y tendré que ser chismosa, no podéis seguir así con vosotros mismos. —gruñe Yiara como toda guardiana tratando de cuidar a su elegido.

Tras su frase de sus manos una pequeña luz verdosa cristalina empieza a emanar, tras sus ojos cambiar de color a uno gris casi blanco. Coloca sus manos en dirección a la herida, y entre dos minutos el maná logra cerrar la zona de la herida afectada.

«No es mi intención causarte molestias, querida Yiara»se comunica Leongina con voz adormilada.

«Ejem, no cuentes con que yo pida disculpas, lo mío es el caos»repara en decir Maxam también adormilado.

Yiara se resigna en soltar una sonrisa irónica. En estos momentos era un alivio poder tener conexión mental con su alfa, porque de otra forma estaba segura que serían puros gruñidos y gimoteos de cachorro lo que podría escuchar de ser otra persona.

—Duerman, los llevaré a casa. — sentenció la rubia platinada.

Ambos fueron cerrando sus ojos, cediendo al cansancio absoluto que cae en su ser. Siendoles imposible de siquiera reprochar, en especial Maxam, que era muy orgulloso. Tras ello una pequeña ventisca en forma de torbellino, con virutas de nieve fueron ocultando la silueta del gran lobo a la hora de ir recuperando su cuerpo físico humano, envuelto en su ropa previa que constaba de un pantalon largo beige y una mangas largas de tela fina. No era secreto la necesidad de Leongina por sentir el fresco invierno en su piel, y eso decía ante el materiales de sus ropas tan delgadas. Sus cabellos yacían con sangre seca, pero debajo de sus ojos fueron los que mas preocuparon a la guardiana, habían profundas ojeras de cansancio.

Por lo que no tomó mas tiempo ni los perdió para tomarla entre sus brazos como si fuera liviana, y se la llevó al hogar en dirección a la casa de la Luna. En cuanto llegarán, Leongina tendría que lidiar con muchas responsabilidades encima, esperaba Yiara que al menos esta inducción al sueño la ayudara a recuperar fortaleza física porque la mental no encontraba tan mal, su alfa no estaba depresivo sino que estaba en un vaiven de emociones nuevas para ella.

#¿Como reaccionará Bella en cuánto las vea llegar, tanto guardiana como Alfa?

Isabella Swan, Mi LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora