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En la tarde casi anochecer su luna había vuelto a despertar, justo para comer, pero con un poco de debilidad se había apoyado en su padre para caminar hasta la cocina y poder comer algo. Mientras su albina husky la acompañaba con cautela, olfateando todo con atención, como si se asegurase de que todo estuviera bien, gracias al médico que habían pedido traer que era de la manada, solo habían podido notar síntomas del shock post-traumático por la situación de casi ser tocada por borrachos, sin embargo, habían quedado que tras un poco de vitaminas y comer como debiera ya estaría como nueva. Tranquilizando de sobremanera a la albina.

Mientras que Bella se sentía extraña al haber despertado sin la voz de su Leona y mejor amiga, dándole su despertar habitual, aunque no sabía si lo que había podido ver entre sueños era algo que había ocurrido o no, pero había recordado la historia de la leyenda fantástica y mítica de la Reina Leongina, pero ahora que recordaba el nombre del lobo espiritual coincidía con el que se había presentado hace unas horas atrás.

—¿Papá?

—Dime Bell.

—¿Podrías llamar al señor O'Reilly?

—Oh, bueno. Aunque no se si pueda a estas horas. —dijo Charlie al buscar su Nokia y marcar al beta.

—Necesito saber algo de la historia de Forks para la tarea de clases. —explica sin titubear Bella.

Aunque al seguir sin cambios o contacto de su Leona con ella, se siente algo mal y triste, como si algo estuviera mal.

—Has tenido suerte, viene para acá. De paso le comenté que Leona no está con el mismo carácter de siempre.

—¿Leona? Ven aquí, preciosa. —la llamo preocupada al también su padre notar la situación.

La mascota albina se acercó algo debilitada, y por más que quiso evitarlo, se desmoronó en brazos de la castaña, solo allí pudo sentir que su perruna albina ardía en fiebre.

—¡Papá, cambió de planes! Debemos ir al veterinario, Leona está con fiebre.—exclama Bella, con miedo al verla inconsciente.

Sin embargo, la puerta se abre y logra ver que es el señor Jonas, quien con su expresión totalmente preocupada llega a ellos, y toca la cabeza de la albina, para luego mirar a la castaña.

—Debemos meterla en la tina con cubos de hielo, a la de ya. —dice firmemente Jonas.

Charlie busca rápidamente con ayuda mía las cosas que pidió el señor, mientras el se la lleva al baño, dejando completamente metida al husky siberiano en la tina mientras el agua empieza a mojar el pelaje del animal, pero deja la cabeza del inconsciente animal albino en la orilla de la tina, mientras que ella y su padre descargan algunos sacos de hielo que tenían en la nevera.

—¿Está seguro que funcionará?

—Sí, necesita la frialdad para poder recuperarse. ¿Ha tenido alguna pesadilla, señorita? —pregunta curioso y serio, Jonas.

—Ella no sé... Pero yo tuve un extraño sueño en referente, a la leyenda de la Alfa hembra, el típico cuento de niños de Forks. —explica con el ceño fruncido la castaña.

Jonas se vuelve considerablemente pálido, por lo que mira asustado y preocupado a la cachorra.

—Dime que tiene que ver, por favor. —exige la castaña pálida, agarrando la mano de Jonas con fuerza.

—Yo... Luna... Ella, ella estará bien. Tengo que irme ahora, déjela al menos una hora en la tina y luego solo dejala descansar. Se recuperará.

Jonas rápidamente y con delicadeza se separa de la luna, tras un pequeño gruñido que provenía de la husky, que parecía estar volviendo en consciencia. Mientras que el se retiraba con toda la velocidad que podía mostrar. El pelirrojo sabía que esto sólo presentaba dos cosas, su alfa había reconocido que mañana era el día de la masacre del cual se culpaba y los síntomas debían ser rápidamente calmados por los brebajes medicinales de Urana.

Isabella Swan, Mi LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora