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Había pasado una semana desde el caótico accidente y manojo de nervios, pero aún así, Leongina no podía mantenerse del todo calmada, Maxam estaba muy inquieto como para siquiera poder calmarse y eso era de mal augurio para la albina.

Tanto en cuanto su castaña favorita se marchó a seguir con sus obligaciones como estudiante, un fenix había llegado a tocar la ventana de la habitación, sabía perfectamente quién era por lo que con una pequeña ventisca de nieve abrió la ventana.

—Tengo buenas noticias, Alfa.

Lo miró inquisitiva y curiosa sin ganas de salir de aquella cómoda cama donde la había acomodado su luna, estaba muy contenta con los pequeños detalles con las que su pequeña luna la malcriada. Sin embargo, muy a su pesar, salió de su ilusión perruna para quedarse sentada sobre aquel generoso almohadón, una pequeña niebla albina siempre la cubría y mágicamente plasma a una tela blanca como la nieve como remera ancha que cubriera su desnudez.

—Iluminad mi incertidumbre, querido fenix.

Jonas al escuchar aquello deja caer una carta en las manos de su alfa, para luego sobrevolar y quedar cerca de la ventana, transformándose de nuevo en hombre pero bien vestido, gajes del oficio.

—Klinsmann Yiara, vendrá de visita.

El pelirrojo sonríe al ver la expresión de su alfa, la cual demostraba una admiración y anhelo que hace tiempo no era capaz de ver.

—La guardiana legendaria del Alfa Hembra de regreso.

Ella al escuchas las palabras dichas por su beta, sonríe con nostalgia en la mirada, mientras se dispone a leer las palabras dichas en la carta:

Querida Alfa:

Al fin he podido terminar mi régimen de entrenamiento especial, los ancestros no dieron pistas de mi compañero, las pistas murieron en Inglaterra hace unos años pero ya no puedo más seguir aplazando mis obligaciones con usted, la extraño demasiado. Así que, si la Diosa Luna se encuentra de mi lado, estaré llegando al pueblo en la noche.

Espero poder retomar mi puesto como su custodia, he oído por allí que hay reemplazante pero no por mucho tiempo, ya sabes que soy la que mejor te puede cuidar.

Nos pronto, Alfa.
Atte. Klinsmann Yiara.

—Volverá en la noche.

—¿Entonces Luca se volverá oficialmente el guardia de la luna? —pregunta el pelirrojo.

—Tendrá un mejor salario y más trabajo, pero si.

—Sabes que no lo aceptará tan fácilmente, es tu protector actual. —dice Jonas, trás una sonrisa divertida.

—Son cosas que tarde o temprano pasarían, no puede aplazarse más.

La mujer abina se encoge de hombros tras una pequeña sonrisa, claramente no podría elegir por el mejor, pero también sabía que podían luchar por el puesto de protector en un pequeño encuentro frente al pelotón. Rápidamente agarra una hoja blanca de entre los cuadernos de su castaña, para escribir unas palabras en ellas y rebuscar un sobre entre los cajones del escritorio, que por suerte lo encuentra sin problemas para luego colocar el pequeño favor de su protectora para ese día.

—¿Qué haces, Alfa?

—Envía la carta por tu llamarada. Necesito un favor previo para ella. Por favor, Jonas. —dice la albina mientras le entrega la carta.

Jonas asiente, sabía que esa mirada preocupada ya no era por su protectora o la llegada de la misma, sino que por la salida de la Luna. Habían podido escuchar por medio del link de la manada que Bella había sido invitada a Port Angeles por sus compañeras Stanley y Weber.

Isabella Swan, Mi LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora