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La semana había pasado tan rápido que Bella parecía ansiosa, había estado soñando con su loba durante sus sueños, su pelaje era de un color chocolate al igual que sus ojos pero este tenía cierta pigmentación luminosa que predominaba de una manera mágica en sus ojos un amarillo. Se lo había comentado a Leona, y ella le había disuelto su duda, el amarillo era sinonimo de que su curiosidad iba a ser su actitud predominando cuando cambiara a loba, pero debía ser una emoción fuerte para que lograra arrancarse la piel de cordero(su estado humana) y eso solo debía ser cuando el enemigo estuviera con la guardia baja.

Ahora se encontraban dirigiéndose hacia Arizona, Yiara y Lucas estaban presentes pero mediante una pócima  de invisibilidad los extraños no los podrían ver, todo era para evitar que los vampiros nómadas descubrieran que no habían ido solos, la manada Ginonix no dejaría a su Alfa expuesto al peligro por muy fuerte que fuera.

—Entonces eligieron mi viejo estudio de ballet... —comentó inconforme Bella.—¿Por qué siempre volvemos a ese lugar? Ya estoy grande como para volver a ese lugar, sabes cuánto me cansé emocionalmente en ese lugar. Demasiada exigencia para los niños se pide, nunca pondré tanta a la mía.

—Me alegra saber que nuestra cachorra tendrá mejor vida que la nuestra, al menos puedo afirmar que no será una descendencia de esta caótica misión, sino que será de una mejor que buscara la paz de una forma menos conflictiva. —contesta Leona, mientras dibuja círculos en la mano izquierda de su Luna, intentando calmar su carácter.

Si por ella fuera, hubiera llegado antes al estudio de Ballet, pero sabía que si actuaba precipitadamente las cosas no saldrían a su favor como buscaba su Luna, sabía que por la mirada preocupada y molesta de esa joven de cabellos chocolates, esperaba que nunca más esos dos rogues la tocaran ningun pelo. Y sabía que su Luna sería ese impulso de adrenalina estúpido que pondría su vida por encima suyo, y realmente... No estaba para dichoso cuadro de drama ni perdida, no podría vivir sin ella.

—Sé que será Alfa, pero sé que no es mucha exigencia como en el Ballet. No te veo cumpliendo espectativas similares a los demás Alfas, tu riges tu camino, no los demás el tuyo. —comenta Bella seria.

—Para llegar al lugar donde estoy tuve que marcar límites de maneras que no me siento orgulloso, mi pequeña Luna. —contesta Leongina. Mientras suspira, recordando que todos lo respetaban por el rumor de lo que había hecho a sus propios padres. Arrebatarles la vida no había sido su deseo, pero había despertado a su lobo de una forma poco moral y justa, todo para protegerse a sí misma de otros que la dañaban.

Ser diferente no siempre te traía flores de buen augurio, solo hasta que fueras útil, serías idolatrado como eficiente.

A las malas había aprendido, y aunque su difunta madre no hubiera querido que fueran así las cosas, sabía que por más que luchara uno por corregir las malas mañas, nunca se podría hacer sin matar la raíz venenosa, pero si se hacía eras conocido como un monstruo. Mucha gente seguirá creyendo que la muerte no es el camino correcto para reinvindicar la maldad humana o emocional, pero otra parte si, porque conoce que si no se erradica ese pequeño gramo que creció mal desde el nucleo familiar, nunca estará saciado por más crímenes que realice o se abstenga a hacer, la cordura humana no siempre fue tan fuerte como los que si están locos pero con ética justa.

—Llegamos.

Bella había roto el hilo de pensamientos en Leona, quién miró a su costado derecho, notando como el Ballet en Arizona seguía teniendo la misma fachada que la etapa de niñez de su Luna. Nada había cambiado, pero sabía que el aroma era diferente, se podía percibir el aroma asqueroso de esos rogues enemigos de su Leona y escuchar los corazón asustados de los únicos humanos indefensos en esta situación.

Isabella Swan, Mi LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora