Prodigy (Marie Lu)

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La idea me asusta. No puedo darme el lujo de perderlo.


Es difícil describir a Day a aquellos que nunca lo han visto antes: exótico, único, abrumador.


—Te quiero.

Mi corazón se revolotea con entusiasmo ante el deseo en su voz; pero al mismo tiempo, la parte técnica de mi cerebro se enciende al instante. Altamente improbable, se burla este. Hace un mes, ni siquiera sabías que existía. Así que dejo escapar:

—No, no lo haces. Todavía no.

—Lo digo en serio —dice contra mis labios.


—Las personas vivirán libremente. Day, tu pequeño hermano crecerá en un lugar mejor. Eso es algo por lo que vale la pena arriesgar nuestras vidas. Eso es algo por lo que vale la pena morir. ¿Cierto?

—Algo por lo que vale la pena morir —repite Day.


Ella es de un mundo diferente, pero lo dejó todo por mí.


—Metias te amaba —digo lentamente. Mis palabras están temblando—. E hizo tanto por ti. ¿Pero aun así lo entregaste?


Ella entiende íntimamente de dónde vengo. Puede animarme en mis días oscuros.


Donde ella va, yo voy, y viceversa.


—Piensan que soy un ser vacío, una marioneta —después de una breve vacilación, vuelve su mirada hacia mí con una intensidad que me quita el aliento—. No lo soy.


Quería tener poder para luchar, ¿no? Eso era lo que estaba tratando de hacer todos estos años, ¿cierto? Ahora me están entregando el poder a mí... pero no sé qué hacer con él.


La culpa se desliza a través de mi piel, abriendo venas al avanzar.


Necesito volver a él.


June romperá tu corazón. Ya puedo verlo. Te romperá en un millón de pedazos.


Casi había olvidado como me hace sentir su toque.


Quiero caer en la pureza que es Day, sumergirme en su sencilla sinceridad, su corazón que se encuentra abierto y golpeando a simple vista.


Sus manos rozan mi cabello y corren por mi espalda, aferrándose a mí como si tuviera miedo de dejarme ir.


—No puedes envolver a todo el mundo en la misma categoría, Day.


—La primera vez que te besé... —Ese recuerdo me domina ahora, tomándome por sorpresa—. Bueno, muy bien podría haber sido mi primer beso.


—Cariño, ¿alguna vez te mentiría?

No lo intentes. Puedo ver a través de ti.


—Realmente lo echo de menos. Lo extraño tanto. Y lo siento tanto, lo siento mucho por todo.


Aquellos fuertes ojos oscuros de ella, ahora, tenían una expresión solo... rota.


Ya hemos estado separados una vez antes, ahora se está preguntando si dejarme ir significa que nunca me verá de nuevo.


Quiero correr. Hacer lo que siempre hago, siempre he hecho, en los últimos cinco años de mi vida. Huir, escapar hacia las sombras.


—Pero significaría estar semanas... bueno... meses lejos cada vez. Lejos de...  —Lejos de ti, quiero decir.


No puedo describir la emoción en su rostro: algo perdido, algo arrancado en su mirada y esparcido por el suelo. Una profunda tristeza silenciosa que me destroza.


—No estábamos destinados a estar juntos. Hay solo...demasiadas cosas que han sucedido. —Se pone más tranquilo—. Hay demasiadas cosas.


Tengo que dejarlo ir.


El amor es ilógico, el amor tiene consecuencias.


No te vayas, ruego sin palabras. Pero puedo saborear el adiós en sus labios.


Él es hermoso por dentro y por fuera.

Él es el rayo de luz en un mundo de oscuridad.

Él es mi luz.

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