Crónicas de Magnus Bane (Cassandra Clare, Sarah Rees Brennan & Maureen Johnson)

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Había pensado en ella con tanta frecuencia que mencionarle no le dolía, se acordó de su cara como la belleza de las familiares estrellas distantes, para no ser tocadas sino para brillar delante de sus ojos en la noche.


Magnus tenía una lista de rasgos favorecedores en una pareja –desde un cabello negro, ojos azules, sinceros, –pero en este caso, lo que le atrajo fue su respuesta individual a la vida. Algo que no había visto antes, y que le hacía querer ver más.


Su rostro era un libro abierto en colores brillantes, tan fascinante como tan fácil de leer.


Cuando la gente moría, se sentía como si todas las piezas de ti mismo que hubieses entregado se fueran con ellos también. Tomaba mucho tiempo, volver a construirte a ti mismo hasta que estuvieras entero de nuevo, y nunca volvías a ser completamente el mismo.


–Sólo eres... –Imasu tomó un frustrado y profundo respiro. –Pareces siempre... Efímero, como un brillante arroyo superficial que pasa a todo el mundo. Algo que no se quedará, algo que no durará –hizo un pequeño gesto de impotencia, como si dejase algo ir, como si Magnus quisiese ser dejado. –No alguien permanente.


Incluso en medio de la angustia, aún podías encontrarte a ti mismo riendo.


Olía todo a vida, la vida en cada forma y condición.


Recordó el resplandor del amor como algo más brillante y el dolor de la pérdida tan suave como lo había sido en realidad.


El efecto de la sonrisa y las pestañas juntas eran como un pequeño terremoto de atractivo.


–Nunca, nadie te ha lastimado, ¿verdad? – dijo Magnus, que no veía sentido irse por las ramas.

–¿Por qué? ¿Estás a punto de herirme?

–Yo solamente quiero decir que pareces alguien que nunca ha tenido el corazón roto.


–Los corazones de las mujeres son como pedazos de porcelana en una repisa de la chimenea. Hay muchos de ellos, y es tan fácil de romper sin darse cuenta.


Sólo el tiempo dirá si él encontraría el ancla y el puerto, o si toda la belleza y el encanto se reduciría en un naufragio.


–Ella no desea ser una Cazadora de Sombras. Y... y yo no lo desearía, o se lo pediría. Hombres y mujeres perecen intentando Ascender. Ella es valiente, hermosa e inquebrantable, y si la Ley dice que ella no vale exactamente como es, entonces la Ley es una mentira. No puedo creer la injusticia de esto, que he encontrado a la única mujer en el mundo que podría amar, ¿y qué dice la Ley sobre este sentimiento que sé que es sagrado? Para estar con ella, yo debo pedirle a mi más querido amor que arriesgue su vida, una vida que vale más para mí que la mía propia. O debo cortar la otra parte de mi alma... quemar el propósito de mi vida y todos los dones que el Ángel me dio.


Uno puede renunciar a muchas cosas por amor, pero uno no debería renunciar a uno mismo.

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