1. La Canción del Lobo (TJ Klune)

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"Escucha, Ox. Los monstruos son reales. La magia es real. 

El mundo es un lugar oscuro y aterrador, y todo es real".


Me miró de nuevo y juraré hasta el día en que me muera que vi amor en sus ojos.


–La gente hará que tu vida sea una mierda.


–La gente no te comprenderá.– ¿Eh?–No te entenderán.

–No necesito que lo hagan –en verdad quería que lo hicieran, pero podía comprender por qué no lo harían.


–Ox, la gente será mala. Solo ignóralos y mantén tu cabeza baja.

La gente no es mala, no siempre –no conocía a demasiadas personas. De hecho, no tenía amigos. Pero la gente que sí conocía no siempre era mala. Simplemente la mayoría no sabía qué hacer conmigo. Eso no estaba mal, yo tampoco sabía qué hacer conmigo.


Pasaría mucho tiempo hasta que él se desvaneciera. Pero al final lo haría.


Las pequeñas partes de una vida que ya no era vivida.


No estaba seguro de ninguna de las dos cosas. Me veía como un niño disfrazado, como si fingiera ser alguien más.


A las personas no les gusta recordar las cosas tristes.


Me convencí de que el misterio era mejor que la realidad.


Me dije a mí mismo que el día que tuviera amigos, no seríamos malos como lo ERAN ellos.


A veces caminaba por los bosques, allí las cosas eran más claras. Los árboles se mecían con la brisa y los pájaros me contaban historias. Nadie me juzgaba.


–Los más callados son los que siempre tienen mejores cosas que decir. 


Como si hubiera encontrado mi lugar en este mundo que no comprendía.


A veces pensaba que estaba soñando, pero en realidad estaba despierto. Se volvía más difícil despertar.


Me preguntaba si podría alguna vez grabar mi pasado sobre mi piel, en remolinos, colores y formas.


–Algún día vas a hacer muy feliz a alguien y no puedo esperar a verlo cuando suceda.


Cómo explicar que aquí me sentía más a salvo, que aquí era donde me sentía como en casa, aquí era en donde no sería juzgado.


–Eso es genial. Mejorar en algo siempre es bueno.


Cuando nos recostamos sobre nuestras espaldas y señalamos las formas que tenían las nubes, ella me dijo que los días como esos eran sus favoritos, y yo admití que pensaba lo mismo.

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