(2) Reina del Aire y la Oscuridad: Renacimiento (Cassandra Clare)

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—Algunas veces, necesitas proteger a las personas de las cosas que quieren, así como de las cosas a las que temen.


En sus ojos Mark pensó que veía el océano, negro y plateado bajo la luna. Distantes e intocables. Hermosos y eternos.


—Ser un cazador de sombras no es solamente tener reflejos rápidos o músculos fuertes —presionó su mano contra su corazón, el lino de su camisa se sentía suave bajo sus manos—. Está aquí.

«Aquí donde estás roto».


—He sido egoísta —protestó Kieran—. Yo...

—Todos somos egoístas a veces —respondió Mark—. Y no estoy diciendo que no tengas nada que debas cambiar. Tal vez eras un príncipe egoísta, pero no eras cruel. Tenías poder y elegiste usarlo para ser amable. Podrías haber elegido lo contrario. No descartes las elecciones que hiciste. No tiene sentido.


El dolor podía ser como un lobo rasgando tus entrañas y tú harías cualquier cosa por hacer que se detuviera.


—Todo este tiempo, desde el hechizo, he estado caminando, perdiendo mi centro, lo que me hace ser yo, pero la cosa es... que yo ni siquiera lo noté. No conscientemente. Pero lo sentí. Estaba viviendo en blanco y negro y ahora el color regresó.


—Creo que lo entiendo. Quieres decir que la parte de ti que siente es también la parte que crea cosas.


—Hay fuego en nuestro interior, Emma, y mientras arda, nos quema, y la quemadura nos causa dolor... pero sin esa luz, no puedo ver para dibujar.


Su corazón explotaba con pintura y colores porque no podía decir las palabras.


—Te has vuelto como Malcolm. Se separó de sus emociones para recuperarme.

—No —dijo Emma, incapaz de soportar la mirada en el rostro de Julian—. Él intento recuperarte porque te amaba. Porque sentía emociones.


—Una vez que ya no sientes empatía, te conviertes en un monstruo.


—Lamento que nos hayamos perdido en tu mundo. Me gustaría pensar en algún lugar donde estemos intactos. Todos juntos.


Este era un mundo que podía herirlos de muchas maneras.


Más real y peligrosa era la sombra de un corazón roto alrededor de cada esquina.


—Pero hay algo más de lo que estoy tan asustado y ese es por qué la voz de la Reina sigue sonando en mi mente.

Emma lo miró, esperando.

—Perderte —dijo él—. Tú eres la única persona que he amado de esta manera y sé que eres la única persona a la que alguna vez amaré. Y no soy yo mismo sin ti, Emma. Una vez que disuelves tinta en agua, no la puedes quitar. Es como eso. No puedo sacarte de mí. Eso significaría arrancarme el corazón y no soy yo mismo sin mi corazón. Ahora lo sé.


—Estaba molesta contigo. Te extrañaba. Pero no paré de amarte. —Ligeramente, acarició la palma de su mano contra la mejilla de Julian—. Mientras tú existas y yo exista, te amaré.

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