Dónde los árboles cantan (Laura Gallego)

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Pero de aquello hacía ya mucho tiempo, y los malos recuerdos parecían haber quedado atrás.


Pero él le sonrío cálidamente al sorprender su mirada, y Viana se ruborizó al sentir de pronto como si un centenar de mariposas echaran a volar a la vez en el interior de su pecho, rozando su corazón con alas luminosas.


Y la joven había quedado prendada de aquel mundo tan diferente al suyo.


—¡Cómo te he echado de menos!

—Y yo a ti —susurró ella.


Robian y Viana intercambiaron miradas repletas de ternura, y tuvieron que soportar por ello las burlas cariñosas de sus compañeros, pero a ninguno de los dos le importó.


Oki era un espíritu libre que viajaba de un lado a para otro aprendiendo historias; tenía algo de pícaro, algo de comediante, algo de explorador, algo de brujo y algo de mercader.


Hoy hay luna nueva. Es noche de brujas y espantos, de milagros y maravillas.


«La vida no me ha tratado bien, mi señor», le dijo.


Porque las cosas no son nunca lo que parecen, mi buen amigo.


Todo aquello se le antojaba lejano, casi irreal, tan impalpable como la niebla que se había alzado desde el arroyo aquella mañana.


—Espera, padre. Por favor, dile a Robian... —le falló la voz. Pero él entendió sin necesidad de más palabras.

—No te preocupes, Viana. Él ya lo sabe.


No sabía que tardaría mucho tiempo en poder cumplir aquella promesa.


Cuánto había cambiado su vida en tan poco tiempo y cuántas cosas había perdido...


Estaba sola. Todos sus sueños se habían hecho pedazos para siempre.


No la amaba tanto como ella creía. Y, desde luego, mucho menos de lo que ella lo amaba a él.


Y entonces nació en su corazón el deseo de ser diferente.


Imágenes, retazos... que se conservarían para siempre en su memoria aunque no fuera capaz de unirlos para dibujar un lienzo completo. Cada uno de ellos se llevaba con él un retazo de su vida anterior. Una vida, asumió por fin, que había dejado atrás para siempre.


Sí, probablemente se veía distinta. Y se dio cuenta en aquel momento que también se sentía diferente.


Cualquiera de los dos sitios habría sido un destino aceptable para ella, pero se veía obligada a mantenerse oculta, atrapada entre ambos mundos.


—Lo sé, pequeña, pero ya deberías haber aprendido que no siempre obtenemos lo que queremos.

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