La Espada de Cristal (Victoria Aveyard)

74 2 4
                                    


Hemos huido. O al menos, yo lo he hecho.


Ha perdido todo, todo lo que una vez tuvo un significado especial para él.


Su presencia es relajante, llevándome atrás en el tiempo. Antes de su reclutamiento, a un lluvioso día de primavera cuando todavía podíamos pretender ser niños. Nada existía excepto el barro, el pueblo, y nuestro estúpido hábito de ignorar el futuro. Ahora el futuro es todo en lo que pienso, preguntándome hacia qué oscuro camino nos están llevando mis acciones.


—Siempre hay algún lugar adonde huir.


¿Cómo se siente ser usado? Me espetó esas palabras en la cárcel debajo del Cuenco de Huesos y me hizo querer morir. Ahora, apenas duelen.


Ahora no puedo perderme.

—Eso es inaceptable —digo.


Tengo chispas en la mano y determinación en el corazón.


Su deseo de hacer lo que sea por la causa lo asemeja al resto de los rebeldes.


Me recuerda a días ya pasados, de bailar a la luz de la luna—. Recuerda lo fuerte que eres.


Por mucho que Maven me hubiera mentido, todavía conozco una pequeña parte de su corazón.


Sé de primera mano lo que es quedarse sin habilidades, cansado hasta los huesos, apenas pudiéndote mover, y menos luchar.


Es el aire, el mundo.


El dolor no le es extraño. Aun así, mi declaración le duele profundamente. Lo veo en su rostro. Me disculparé luego, me digo. Si es que luego llega alguna vez.


Pero, ¿se puede sentir cansada en los sueños? Porque, ciertamente lo estoy. Mi agotamiento es profundo hasta mis huesos, en todos los músculos y nervios. Mi corazón es otra herida por completo, todavía sangrando por la traición y el fracaso.


—Tengo un montón de cosas, pero no creo que la suerte sea una de ellas.


Solo sé lo que ha sido y lo que ha perdido, y el peso del mismo es casi aplastante.


No le importa el dolor. Pero a mí ciertamente sí. Supongo que siempre lo hará.


Nada de lo que hago ahora es lo mismo y escondo mis pensamientos más profundamente.


Pero las heridas interiores son algo que él no sabe cómo esconder.


La prisión en la que lo he metido. Y me encierra con él, lo sepa o no.


Sentirlo a él duele más que cualquier otra cosa, una profunda puñalada en la memoria, y me separo rápidamente.

Frases de LibrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora