(1) Cazadores de Sombras: Ciudad de Cristal (Cassandra Clare)

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—Así es, pero no se me ocurre qué meter en la maleta. Apenas tengo ningún vestido o falda; ¿y si no puedo llevar pantalones allí?

—¿Por qué no ibas a poder llevar pantalones allí? Es otro país, no cambias de siglo.


— Te echaré de menos mientras estés fuera.

— Yo también te echaré de menos.


— Ella tiene que creer que son perfectos, y yo no puedo decirle que no lo son, porque... — paró abruptamente. 

— Porque eso es algo que diría Valentine. Ella esperaba una explosión, pero "Nadie es perfecto" fue todo lo que él dijo.


«Porque me dijiste que ya no sientes nada por mí, y verás, eso es muy delicado, porque yo todavía siento cosas por ti. Y apuesto a que lo sabes.»


— ¿Quieres que me parezca a uno de ellos?

— Clary, tú eres uno de ellos — su sonrisa estaba matizada con tristeza— . Además, sabes cómo tratan a los de fuera. Cualquier cosa que puedas hacer para encajar...


— Supongo que será mejor que te vayas, entonces. 

— Supongo que será mejor


—Convertirte en un subterráneo no cambia lo que sientes por las cosas. O por la gente. Dale tiempo. Lo cierto es que rompiste con él.

—No. Él rompió conmigo.

—Porque no estabas enamorada de él. Se trata de una situación cierta, y creo que lo está llevando con elegancia. Muchos otros adolescentes se enfurruñarían, o merodearían bajo tu ventana con un radiocasete gigante.

—Ya nadie tiene un radiocasete gigante. Eso pasaba en los ochenta.


¿No había algún tipo de código masculino que excluyera discusiones como esta? ¿Discusiones sobre sentimientos? Aparentemente no.


—¿Cómo puedo protegerla si no me dices de qué la estoy protegiendo?


—La normalidad no es tan buena como la pintan.


¿Qué importaban las salvaguardas cuando uno podía crear su propia realidad simplemente dibujándola?  


— No me duele. 

—Pero a mí los ojos sí.


—Muy bien. Me iré. No tendrás que decírmelo dos veces.


El aire que entraba por la ventana era frío y puro, la clase de aire que uno jamás respiraba en Nueva York: no sabía a nada, ni a mugre, ni a humo, ni a metal, ni tampoco a otra gente. Era simplemente aire.


No es culpa suya que decidieras ponerte a jugar con magia que apenas comprendes. Que poseas el poder no significa que sepas cómo usarlo.


—Algunas leyes están hechas para ser infringidas.


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