No quería que hubiese ningún secreto, ningún filtro, nada entre nosotros.
Todo lo que sabía es que no tenía nada más que ocultarle y jamás me había sentido tan libre o seguro en mi vida.
Deja que lo exprese de otro modo: la odié el tiempo que estuve allí, y la empecé a amar de nuevo en cuanto me fui.
La soledad puede ser muy cruel cuando has bebido un poco y estás a punto de tocar al primer extraño que se te cruce.
Quizá lo que más me agradó fue la tarde. Todo lo que ocurrió me emocionó. Cada mirada que se cruzaba con la mía me parecía un cumplido, o una pregunta o una promesa que se quedaba en el aire que flotaba entre el mundo y yo. Estaba electrizado por las bromas, la ironía, las miradas, las sonrisas que parecían decirme que se alegraban de que existiese.
—¿Qué echo de menos en mi vida? —estuve a punto de decir Todo, pero me controle más Amigos, aquí parece que son todos amigos íntimos. Quisiera tener amigos como los tuyos, como tú.
—Ojalá tuviese un amigo que no estuviese predestinado a perder.
Nunca había viajado por un sitio así. Pero me encantaba. Y me gustaría aún más en cuanto aprendiese a hablar su idioma, pues era también mi idioma, una manera de discurso en la que los más profundos anhelos se cuelan en forma de broma, no porque sea más seguro poner una sonrisa en lo que más miedo nos causa, sino porque las formas de todos los deseos de este nuevo mundo en el que me he adentrado sólo podían ser expresadas en forma de juego. Todo el mundo estaba disponible, vivía disponible y asumía que todos los demás también lo estuviesen. Deseaba ser como ellos.
Quedamos en llamarnos y escribirnos, pero aun así lo mantuvimos todo en una esfera misteriosamente surrealista e intencionadamente opaca para ambos, no porque no quisiésemos que las cosas nos sorprendan de improvisto para así poder culpar a las circunstancias y no a nosotros mismos, sino porque al no planear salvaguardar las cosas vivas entre nosotros, evitábamos pensar en la posibilidad de que iban a terminarse.
—Mañana es hoy —contestó.
Anticipar la pena para neutralizarla es algo miserable y cobarde, me dije a mí mismo, a sabiendas de que estaba a punto de practicarlo. ¿Y qué más da si me sobrevenían con dureza? ¿Y qué si venían y no me dejaban en paz y se quedaban conmigo para provocar en mí lo mismo que me provocó haberte deseado durante aquellas noches en las que parecía que faltaba algo tan esencial en mi vida que era casi como si me ultrajase algo de mi cuerpo, como si perderle fuese algo parecido a inutilizar una mano que pudieses ver en todas las fotos de la casa, pero que era imposible que volviese a ser útil jamás? Lo perdiste, como siempre supiste que iba a ocurrir, incluso estabas preparado para ello; pero no puedes soportar vivir con ese quebranto. Y mantener la esperanza de no pensar en ello, rezar por no soñar con ello, duele igualmente.
De repente, una idea extraña me atrapó: ¿qué ocurría si mi cuerpo — sólo mi cuerpo, mi corazón— le necesitase urgentemente? ¿Entonces qué debería hacer? ¿Qué pasaría si por la noche no fuese capaz de vivir conmigo mismo a no ser que él estuviese a mi lado, dentro de mí? ¿Entonces qué? Piensa en el dolor antes del dolor. Sabía lo que hacía. Incluso cuando dormía sabía lo que estaba haciendo.
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Frases de Libros
Random"A veces lees un libro tan especial que quieres llevarlo contigo durante meses, incluso después de haberlo terminado". pd: las frases le pertenecen a los escritores/autores de los libros.