2. La Ladrona de la Luna (Claudia Ramírez Lomelí)

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PARTE 2 (LA REINA)


Por dentro era mágico.


Las noches que pasó tendido en la arena, contemplando la luna y las estrellas, eran incontables.


En su pecho, sintió algo parecido a la libertad.


Nunca se había detenido a pensar en las consecuencias de sus actos.


<<¿Podemos ser. . . amigos?>>


Pero las noches podían llegar a ser solitarias.


Hablaba de aquellas criaturas con tanta pasión plasmada en su voz, que las estrellas perdieron su encanto en comparación.


— Creo que nos tienes mucha fe.


Tampoco iba a negar que jamás había depositado su confianza tan rápido en una persona.


Pero luego había visto esa sonrisa.

Nunca iba a olvidar la primera vez que lo vio sonreír.


La vida le había enseñado que tenía que proteger su corazón a toda costa y cada día luchaba por hacerlo.

¿El problema?

Su corazón no parecía querer ser protegido.


Odiaba sentirse expuesto, y entregar su corazón implicaba precisamente eso. No le gustaba que lo vieran tal y como era. No le gustaba mostrar sus verdaderos pensamientos.

Eso le aterraba un poco.


Una gran arte de él sabía que tal vez estaba en negación, pero prefería vivir así que expuesto, con el corazón abierto.


Al sol, que siempre llegaba a romper con la oscuridad.


Era el sol diciéndole al mundo que mantuviera la esperanza, que estaba luchando y que todavía no lo perdían. Había sido la noche más larga que habían tenido hasta ahora y nada les aseguraba que no se volvería a repetir. O que no iba a empeorar.


Era un ser de luna, pero hasta él necesitaba del sol.


No pudo evitar preguntarse si algún día se dejarían de lado todos esos prejuicios.


Siempre actuaba por impulso y por instinto, y eso lo ponía en peligro.


Además sabes que mis ilusiones son perfectas.


Siempre había tenido un corazón aventurero: el peligro despertaba todos sus sentidos.


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