3: La Corte del Eclipse (Claudia Ramírez Lomelí)

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No sabía qué decir su mente había entrado en un estado en el que ciento de nuevos pensamientos le azotaban antes de que pudiera procesarlo.


Su corazón, de solo pensar en la posibilidad de ser libre, dio un brinco.


Tenemos claro lo que sentimos el uno por el otro y por eso hemos funcionado bien, a pesar de todo.


Yo... solo quiero ser yo misma.


—Sabes lo mucho que te quiero, ¿verdad?


Le gustaba que nunca suavizara las cosas para hacerla sentir mejor.


Miró por la ventana y la luna brillaba con tanta intensidad, que parecía que la miraba de vuelta.


—¿Siempre supiste que querías vivir entre libros?

—Sí.

—¡Qué maravilla!

Qué maravilla saber lo que se quiere desde siempre.


Necesitaba alejarse de ambos para encontrarse.


Ya no quería seguir perdiendo todo lo que le importaba en la vida.


—Esos meses que viví encerrada no solo me hicieron daño. Me destrozaron por completo, ¡me arrebataron la vida!

Una vida que todavía no podía recuperar. 

Ese encierro le quitó todo lo que tenía. Su corazón, su inocencia, su luz.


—Basta... —susurró con el poco aire que tenía—. Ya no quiero que duela, ya no quiero.


No, ese no podía ser su destino. Tanta oscuridad y tanta soledad y tanto miedo.


Y la luna... la luna era lo más maravilloso que Avalon había visto jamás. Estaba en el cielo, donde solía estar el sol.


El sol era poder. La luna era magia.


Porque, sin un mundo en el cual estar, no tenía nada. Era como si no existiese.


—Intentaron romperme, pero yo hice todo lo posible por protegerme y así es como sobreviví. Y ya estoy harto de solo sobrevivir. Me toca vivir.

Quería vivir.


No pensaba perderla otra vez, no podría soportarlo.


—Llorar no te hace débil. Significa que eres fuerte y has aguantado mucho —dijo el joven rey—. Incluso, me atrevería a decir que se requiere de valentía para llorar.


Pero ya no puedo encontrar esa parte de mí, la perdí, así como perdí mi vida cuando estuve cautiva. No quiero volver a perderla.

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