1: Carta de amor a los muertos (Ava Dellaira)

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Desde que se fue, es difícil ser yo misma, porque no sé exactamente quién soy.


Pero el asunto con May es que ella era hermosa, en una manera que se queda en tu mente. Su cabello era perfectamente suave, y caminaba como si perteneciera a un mejor mundo, así que el conjunto tenía sentido en ella. Me lo puse y me quedé mirándome frente a su espejo, tratando de sentirme como si perteneciera a cualquier mundo, pero en mí parecía como si llevara un disfraz.


Me recuerda que el aire no es sólo algo que está ahí. Es algo que inhalas.


A veces, tu música suena como que hay demasiado dentro de ti. Tal vez ni siquiera tú podías sacarlo todo. Tal vez por eso moriste. Como si explotaras desde el interior.


La extrañaba, y a los mundos que solíamos inventar juntas.


"¿Te gusta?" fue como si hubiera abierto la puerta a su nuevo mundo y me invitara a entrar. Asentí. Era un mundo lleno de sentimientos para los que aún no tenía palabras.


Es un mito que el duelo acerca a las personas. Todos estábamos en nuestras propias islas.


Pero hay una chica llamada Natalie en mi clase de Inglés. Dibuja imágenes en sus brazos. No sólo corazones normales, sino prados con criaturas, chicas y árboles que parecen estar vivos.


Sus ojos eran como tu voz; llaves a un lugar en mí que podía abrirse de golpe.


Desearía que pudieras decirme dónde estás ahora. Quiero decir, sé que estas muerta, pero creo que debe haber algo en el ser humano que no puede solo desaparecer.


En algún lugar, en algún lugar. Me gustaría dejarte entrar.


El arte de perder no es difícil dominar; hay tantas cosas que parecen colmadas por el deseo de ser perdidas que su pérdida no es un desastre. Pierde algo cada día. Acepta la confusión de las llaves extraviadas, de la hora desperdiciada. El arte de perder no es difícil dominar. Entonces practica perder más, y más rápido: lugares, y nombres, y las tierras a las que pretendías viajar. Ninguna de estas pérdidas será devastadora. He perdido el reloj de mi madre. ¡Y mira! La última o la penúltima de las tres casas que he amado se perdió. El arte de perder no es difícil dominar. He perdido dos ciudades, hermosas ciudades. Más aún, vastos reinos que poseía, dos ríos, un continente. Los añoro, pero no fue un desastre. —Incluso al perderte (la voz bromista, un gesto que amo) no habré mentido. Es indudable que el arte de perder no es demasiado difícil de dominar aunque parezca (¡escríbelo!) un desastre.


—Bueno, por supuesto que está mintiendo. No es fácil perder las cosas. 

—¿Por qué hay algunas cosas más difíciles de perder que otras?

—Debido al amor, por supuesto. Cuanto más amas algo, más difícil es perderlo.

—Creo que es como cuando pierdes algo cercano a ti, es como perderte a ti mismo. Por eso, al final, es difícil para ella incluso escribir. Apenas puede recordar cómo. Porque apenas sabe quién es.

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