2: Delirium (Lauren Oliver)

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Me da miedo perderme en sus ojos, olvidarme de todas las cosas que se supone que tengo que decir.


Me sorprende lo insignificante que es todo, nuestro mundo entero, lo que parece tener sentido.


—Tienes que entender que yo solo quiero ser feliz.


Esto es lo que quiero. Esto es lo que siempre he querido. Todo lo demás, cada segundo de cada día que ha pasado antes de este momento, antes de este beso, no ha significado nada.


Pero tengo que verle. Necesito besarle. Lo necesito más de lo que haya podido necesitar cualquier otra cosa jamás.


Soy más feliz incluso de lo que he soñado jamás.


«Eres preciosa», y cuando sus ojos se juntan con los míos sé que es de verdad, que lo dice en serio.


Pero no explica que el amor provoca que todo parezca maravilloso.


Todo lo que veo y toco me recuerda a él, y así, todo lo que toco y veo es perfecto.


«Ojalá pudieras quedarte conmigo»


Nada me ha resultado nunca tan doloroso y a la vez tan placentero como estar tan cerca de él y no poder hacer nada para estar juntos.


«Somos más de lo que crees».


Nos dijeron que el amor era una enfermedad. Nos dijeron que acabaría matándonos.

Por primera vez me doy cuenta de que esto, también, podría ser una mentira.


¿Cómo te amo? Deja que cuente los modos.

Te amo con toda la profundidad, amplitud y altura que mi alma alcanza...

Te amo hasta el nivel de la más silenciosa necesidad cotidiana...

Te amo libremente... (Elizabeth Barrett Browning)


—Llevo tu corazón conmigo. Lo llevo en mi corazón. Nunca estoy sin él...


Por un segundo, por un solo segundo, he deseado poder volver a como eran las cosas antes.


Él es mi mundo y mi mundo es él, y sin él no hay mundo.


Yo decía que sin amor tampoco había odio, y sin odio no había violencia. —El odio no es lo más peligroso, dijo él. —Es la indiferencia.


—Últimamente, siempre está aquí.


Así es como me siento en este momento: he perdido algo, lo he encontrado y lo he vuelto a perder, todo al mismo tiempo.


Ojalá pudiera cerrar los ojos y convertirme en polvo y en nada, sentir que mis pensamientos se dispersan como pelusas de diente de león llevadas por el viento.


Dejaron que creyera que me había abandonado. Dejaron que creyera que no me quería lo suficiente.


—Y yo también te amo —sus dedos me acarician el borde de la mandíbula, bailando brevemente sobre mis labios—. Tendrías que saberlo. Tienes que saberlo.


Renunció a ella por amor.


Supongo que eso forma parte de lo que significa amar a las personas. Hay que renunciar a cosas. A veces incluso hay que renunciar a esas personas.


—Eso es lo que quiero. Solo tú y yo. Siempre.


Sé que la vida no es vida si te limitas a dejarte llevar por ella.


«No seré capaz de irme si te enfadas conmigo».


Amor: te mata y te salva a la vez.


Debo irme y vivir, o quedarme y morir.


Llevo tu corazón (lo llevo en mi corazón). De «llevo tu corazón conmigo», poema de C. C. Cummings, prohibido»


Tienes que comprenderlo: yo no soy nadie especial. Soy solo una chica normal.


Y hay muchos como yo ahí fuera, más de los que crees. Gente que se niega a dejar de creer. Gente que se niega a volver a tierra. Gente que ama en un mundo sin murallas, gente que ama frente al odio, frente al rechazo, sin miedo y contra toda esperanza.



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