Un monstruo viene a verme (Patrick Ness)

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El monstruo apareció pasadas las doce de la noche. Como hacen todos los monstruos.


La pesadilla en la que unas manos se escapaban de las suyas por muy fuerte que las sujetara.


«No seas idiota —se dijo—. Eres mayor para creer en monstruos».


«Un monstruo», pensó Conor. Un monstruo tan real como la vida misma.


«Historias», pensó otra vez.

«Sus historias —había dicho la señorita Marl—. No piensen que no han vivido lo bastante como para no tener una historia que contar».

«Escribir la vida», lo había llamado; un trabajo sobre ellos mismos.


«¿Y por qué no, maldita sea?»


Sin embargo, eso no le restaba nada a lo bien que se lo habían pasado la noche anterior. A lo mucho que se habían reído. Al hecho de que todo les había parecido posible. A todo lo bueno que podría perfectamente haberles sucedido allí mismo y en aquel mismo instante y a lo poco que eso les habría sorprendido.


Solo había sido una amistad, algo de lo más normal.


—¿Qué quieres de mí?

—No es lo que yo quiera de ti, Conor O'Malley —el monstruo pegó la cara a la ventana—. Es lo que tú quieres de mí.


¿Quién dice que no es todo lo demás lo que es un sueño?


—¿Qué eres? —preguntó Conor abrazándose el cuerpo con fuerza.

—No soy un «qué» —refunfuñó el monstruo—. Soy un «quién».


—¡He tenido tantos nombres como años tiene el tiempo!


—Las historias son lo más salvaje de todo —tronó la voz del monstruo—. Las historias persiguen y muerden y cazan.


¿La verdad?

No una verdad cualquiera. Tu verdad.


Sabes que tu verdad, esa verdad que escondes, Conor O'Malley, es lo que más miedo te da en el mundo.


—Estoy bien donde estoy.


—¿Qué sabrás tú? —le espetó Conor—. ¿Qué sabrás tú de nada?


—Tienes cosas peores que temer —dijo el monstruo, pero no como una pregunta.


—Las historias son criaturas salvajes —dijo el monstruo—. Cuando las sueltas, ¿quién sabe los desastres que pueden causar?


Reconozco la injusticia nada más verla.


A veces la gente necesita mentirse a sí misma más que ninguna otra cosa.

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