2. Cadena de Oro: Las Últimas Horas (Cassandra Clare)

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—No lo entiendes. Todos hacemos lo que debemos. Yo hago lo que tengo que hacer.


—James te ha amado sinceramente, desde que era un niño —dijo Matthew—. ¿Y ahora le destrozas el corazón? ¿Y para qué? Charles nunca sentirá la mitad de lo que James siente por ti.

—Sentimientos —siseó ella con desprecio—. Eso es todo lo que los hombres piensan que las mujeres quieren, ¿no? Simpatía, sentimientos... tonterías. Nunca he sentido amor absoluto por nada ni nadie que viva...


La besó, y la besó. Sabía a té y olvido.


—Como si no supieran ya la terrible persona que soy —replicó con una valentía que no sentía.

—Ah, Matthew. —Su voz fue helada mientras se alejaba de él—. No tienes ni idea de cómo son las personas terribles.


Recordaba a su padre diciendo que el amor era dolor, pero esto se sentía peor que el dolor. Se sentía como si hubiera sido privado de aire casi al punto de la muerte y, ahora, estaba jadeando y ahogándose, tratando desesperadamente de conseguir suficiente aire en sus pulmones.La gente solía menospreciar a Matthew, por su ropa, por sus bromas, por la forma en que no se tomaba nada en serio. Asumían que era propenso a quebrarse, a ceder cuando las cosas se ponían difíciles. Pero no lo era.


—Supongo que hay muchas cosas inútiles que podría decirte —susurró, mientras James se erguía—. Que era mejor que lo supieras más pronto que tarde, y que es mejor haber amado y perdido que no haber amado nunca, y todo eso. Pero es estúpido, ¿no es así?


En algún momento del camino, James sintió que Matthew había perdido la fe en la mayoría de las cosas.


—No podemos elegir el momento en que sentimos dolor en nuestras vidas —dijo Matthew—. Llega cuando tiene que llegar, e intentamos recordar que el dolor se desvanece, aunque no podemos imaginar un día en el que nos libremos de él. Toda la miseria pasa. A la humanidad le atrae la luz, no la oscuridad.


—A veces la pena y la preocupación deben tomar la forma de acción —dijo Cordelia—. A veces es insoportable sentarse a esperar.


—Uno —respondió Cordelia—. Ese es el sueño de todos, ¿no es así? En lugar de muchos que te dan pequeños trozos de sí mismos, uno que te da todo de sí.—Tú eres el que percibe lo que todo el mundo necesita, si uno requiere cuidado extra de sus amigos, o incluso que lo dejen solo. Algunos grupos de amigos se separan, pero nunca dejarías que eso sucediera con ustedes.


—Incluso cuando lo había visto amando a Grace, y sintiendo dolor por él; pensó, de igual forma, lo que significaría ser amado por alguien con tal capacidad de amar.


—No la amé como debería haber amado. No estoy tan seguro que el cariño pueda ser mi fuerza.

—Lo que ella pidió no era amor —exclamó Cordelia, de repente furiosa—. Eso no es amor. Eso es una prueba. Y el amor no debe ser probado así.


—Solo quería decirte que te amo sin importar nada. No hace ninguna diferencia para mí.


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