Feelings (Steve Rogers y tú) (Steve Rogers & tú)

Capítulo XXXIX: Agujero

- Ya le dije que no sé – dije desesperada después de haber sido llevada por un sujeto en un traje verde en un planeador.

- ¿Cómo no vas a saber cómo funciona el reactor del traje de Iron Man? – dijo aquel sujeto.

- Pues, fácil, yo soy ____ Stark, no Tony Stark, es obvia la diferencia.

- Todos los Stark tienen la boca muy grande.

- ¿Nos conoces? ¿Quién eres? ¿Por qué te escondes?

- Él se esconde, pero yo no – dijo entrando un tipo grande en traje – retírate, yo me encargaré de hacerla hablar – vi que se remango las mangas de su camisa, apagaron las luces y empezó mi pesadilla.

Trataba de contar las horas para no perder la cordura y controlar mi ansiedad, tenía la boca seca, no había comido ni bebido nada por casi dos días, solo me quitaban las esposas cuando debía ir al baño. Estaba en este agujero y no sabía como salir, todos los minutos imaginaba a Steve entrando por la puerta y sacándome de aquí, solía estar con los cerrados porque era observada casi siempre por un par de ojos amarillos que brillaban en la oscuridad, hasta que por fin hubo una luz cegadora de la puerta abierta permitiéndome ver una silueta conocida, pensé que era producto de mi imaginación hasta que rompió las esposas y me cubrió con esas chaquetas de cuero que adoraba como la quedaban y llenas de ese aroma característico, lo abracé y le pedí que me saque de aquí, lo hizo cargándome entre sus brazos, me sentía como en una película, Steve era ese caballero que siempre rescataba a la damisela en peligro.

- Tiene que echarse esta crema en esas cicatrices – me dijo una enfermera cuando ya estaba en la clínica – debo avisarle a su padre, es información relevante.

- No, no quiero que se lo diga a nadie – le supliqué.

- Pero Srta. Stark, es importante que sepan lo que le ocurrió.

- No quiero, solo quiero olvidarlo, por favor, no quiero hablar de esto, entiéndame, por favor, le aseguro que no se meterá en problemas, déjeme manejar esto.

- Está bien, pero necesitará atención y no me refiero solamente al daño físico, sino también al mental.

- Lo sé, yo sé cómo manejar situaciones así – dije brindándole mi sonrisa más sincera.

Obviamente, no tengo ni idea de cómo manejar situaciones así, de hecho, solo conozco una y es la que he aplicado toda mi vida y es apagar mi mente por momentos, y Harry era mi compañero para estos momentos, había evitado hablar de lo qué pasó con todos hasta con Steve, no me gustaba dormir porque mis sueños me traicionaban y me hacían sentir como si siguiera encerrada.

Había salido de la ducha, tenía la intención de salir al Webster Hall con Harry, pero la visita inesperada de Steve interrumpió mis planes, sé que estaba preocupado, pero no quería hablar, así que solo me coloqué mi pijama y una bata, me senté frente al espejo de mi habitación para poder echarme la crema.

- ¿No quieres una hamburguesa? – dijo Steve entrando, cubrí rápidamente mi espalda, él primero se avergonzó, pero luego notó lo que estaba ocultando, se acercó a mí – ¿Qué tienes ahí? – preguntó preocupado

- Nada, solo una alergia, por eso la crema.

- No creo que eso sea una alergia, déjame ver.

- Es solo alergia, Steve – dije molesta.

- No lo es, no me mientas, te conozco, cuando te molestas de esa forma es porque no quieres ser descubierta – dijo serio colando su mano en mi espalda, bajé el hombro para que cayera parte de mi bata y viera las cicatrices – te lo hicieron ellos ¿verdad? – asentí, colocó sus dedos sobre los tres puntos, mi piel se estremeció – ¿por qué no lo supimos?