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La cólera es lo único que me domina en este instante, las inmensas ganas de tirar todo a la mierda y perderme para siempre. Sabía que venir aquí no traería nada bueno, y que aquel tema de la enfermedad no era nada más que un chantaje emocional para cubrirlo con su "Estoy viejo y no puedo trabajar, hazlo tú".

Detestaba cuando deseaba usarme para su beneficio, lo odiaré siempre.

Subí a mi auto tan rápido como pude y al salir de la zona de mi antiguo hogar, me detuve un segundo en un lugar solitario. Allí descargué toda la furia golpeando cualquier cosa que tuviese enfrente, desde el volante, hasta el árbol que estaba afuera.

Bajo la agitada respiración de la rabia en conjunto a mis puños ensangrentados, tomé asiento bajo aquel árbol que daba gran sombra.

—Ni siquiera tienes la culpa— le hablo al árbol.— Lo siento— exclamo por golpearlo y recuesto mi cabeza hacia atrás.

Siempre que se trata de papá acaba en discusiones, a veces sé que es mi culpa, pero él no ha comprendido que no deseo nada que tenga que ver con la empresa y si bien es cierto todo lo que dijo sobre mis bienes que en realidad son herencias, realmente no deseo nada de él.

No obstante, ¿Con qué interés ha investigado todo aquello que he hecho con Bea?, Quizá suene loco pero, ¿Es el enfermizo padre qué tengo quién ha estado enviando las cartas? Pero, ¿Para qué?, ¿Por qué?, Pensándolo bien no tiene mucho sentido, aún así sabe absolutamente todo.

Suspiro pesado y decido ir a casa de mamá, necesito su apoyo y un celular prestado, después de lo de la tarde Bea debe estar enojada, y con razón.

•••

—La enfermedad no es chantaje— exclama mamá sentada en el sofá de enfrente.

—Agh, ¿Lo vas a defender?— me quejo.

—No, pero hace un tiempo la padece, quiso mantenerlo oculto porque no le pareció importante en el momento; pero no miente— responde y cruza las piernas.— Por primera vez— añade.

—Igual no le haré frente a la empresa, no quiero, no puedo— exclamo tras dejar caer mi mano en el pasabrazo del sofá.—¿Cómo es qué no sabías sobre el documento?— bufo.— ¿No lees tampoco?

—Primero que todo, cálmate— exclama mamá poniéndose derecha y mirándome fijamente.— Segundo, no le respondas así a tu madre, malcriado— se queja seguido de hacer un "Ah-Shh".— Y tercero, sí leí, pero probablemente debió cambiar el documento luego, además confiaba en tu padre, ¿Cómo iba a imaginar esto?

Suspiro ya que tiene razón, no puedo culparla cuando a esa edad yo también podía sentar cabeza en muchas cosas.

—Lo siento— me disculpo y llevo mis codos a mis rodillas.— Aún así, no haré nada que tenga que ver con ello, no me importa cuánto deba pagar o que deba hacer pero no lo haré— me sobo la cien.— Por cierto, ¿Tienes algún celular de sobra?, En la discusión papá rompió el mío— intento explicar rápido.

—Como todo lo que toca— bufa y sube al segundo piso dejándome a solas con la mujer de servicio.

—¿Podrías traerme un vaso de agua?— le digo y esta asiente marchándose a la cocina.

—Aquí tiene joven— exclama la delgada chica colocando el vaso sobre la mesa y agachándose algo exagerada, creo que un poco más y casi veo su ropa interior.

La miro de soslayo mientras bebo agua y me percato de su mirada sobre mí.

—¿Necesitas algo?— le pregunto tras dejar el sorbo.

—Oh, no, ¿Necesita usted algo más?— pregunta risueña y algo sonrojada.

—No, estoy bien, gracias— respondo amable y dejo el vaso en la mesa de nuevo.— Puedes retirarte— le pido y realiza una reverencia.

Still Whit You | JJK.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora