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Me removí en la cama estirándome con sutileza, un poco después sentí el peso de la cabeza de Bea en mi brazo así que me acomodé para no molestarla, miré la hora en mi celular para luego dejarlo bajo la almohada, apenas eran las 6:30AM. Anoche había sido perfecto, estando en la playa, todo fue diferente a ciertas veces, quizá un poco más de amor entre ambos ya que finalmente dijimos lo que sentimos; nunca en mi vida había sido tan feliz.

Olí su cabello, su característico aroma a frutas y cierto dulzor en el, hacían que me volviera adicto, acaricie su cabello y luego de retirar algunos mechones de su cara, me propuse mirarla un rato, sus delicadas facciones, sus grandes pestañas y sus labios rosados carnosos, su tierna y respingada nariz, sin contar su bonito tono de piel que sentaba muy bien con sus rosadas mejillas. En su totalidad, podría compararle con un ángel, más allá de su apariencia, ella siempre me llevaba al cielo.

Besé delicadamente su mejilla para no despertarla, amaba verla dormida, así podía admirar la chica que me acompaña día a día en las extrañas aventuras que nos depara el incierto futuro.

¿En qué momento me habré enamorado así?.

Por mi pasado, realmente no merecía a una chica como Bea, pero sinceramente agradecía el hecho de tenerla en mi vida, pues reparó muchas cosas probablemente muy horribles de mi, hasta terminé hablándole a mi hermano; ella hacía positiva mi vida.

Sin embargo, a pesar de toda aquella felicidad que me aporta dicha persona, no podía faltar el miedo de si alguna vez esto acabaría, ¿Qué pasa si acaba mal? O ¿Qué pasa si acaba por mi culpa?. Seguramente no debía pensar en todo eso, pero me era inevitable en algunos momentos, temía perder lo más especial que tengo.

El segundo motivo más grande de mi felicidad, el primero es mi madre.

Usualmente prefería disfrutar lo más posible y evitar aquellos pensamientos negativos y oscuros. En cambio prefería recordar su sonrisa desbordante de felicidad y euforia.

—Oye, te compré algo además de las papas— inquiero y voy con prisa al auto mientras ella se queda sentada comiendo.

Al volver, escondí a mis espaldas el peluche del que anteriormente hablé.

—Lo vi y automáticamente pensé en ti, y no dudé en comprarlo— le digo y ella sonriente me pregunta de que se trata.—¡Ta-da!— exclamo al sacar el peluche.

—¡Oh por Dios!, ¿Es una alpaca?— se ríe y se levanta para tomarla.—¡Es adorable!— dice al tocar su esponjoso pelaje.—¿Por qué esto me recuerda a Jin?— exclama de repente y ambos reímos.— ¡Gracias, gracias, gracias!— me abraza fuertemente.

Sonrío ladino al recordar aquello y mi vista repara en ella que aún sigue dormida. Nace una nueva interrogante, quizá estaba siendo excesivamente apresurado, y juro que lo único que me detiene es el probablemente "no" de Bea; pero hace unos dos meses hablé con mi madre sobre esto.

—Oye mamá— exclamo sentado en el sofá pensativo.

—¿Si cielo?— pregunta ella desde la cocina ya que está secando los platos.

Antes de decirle, me levanto para sentarme en los taburetes de la barra en la cocina.

—Hace unas cuantas semanas que llevo pensándolo— le digo y ella no responde más solo me mira confundida para que prosiga.—Y en realidad no lo he hecho porque...sé que Bea no está lista— sigo y ella deja el plato a un lado y se apoya en la barra.

Still Whit You | JJK.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora