|| Historia basada en la saga cinematográfica de Crepúsculo ||
• Alena Swan decide acompañar a su hermana en su regreso a Forks, sin saber que todo lo que creía surreal existe, es tangible y visible, que su vida cambiaría por completo. Y mucho menos...
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La llegada de ambas Swan a la escuela por separado y con tanta tensión entre ambas, ha causado furor y mucho de qué hablar al parecer. Las miradas de varias personas están sobre mi hermana y sobre mi, algunos murmuran mientras caminamos por los pasillos o cuando entramos a algún salón. Según Ángela los rumores que ha oído, la explicación más popular es que nos hemos peleado porque yo quiero salir con Edward pero obviamente el prefiere a mi hermana.
Y eso es definitivamente muy estúpido, no sólo porque no siento ningún tipo de atractivo hacia el vampiro secreto ni lo sentiré, sino porque jamás en la vida le haría algo así a mi propia hermana y porque tengo un guapo, sexy, tierno y posesivo novio con genes de licantropía que me adora y piensa que soy una maldita Diosa.
O sea, ¿que onda con sus ideas?.
Aunque tal vez ese no es el peor rumor. Hay otro que dice que Edward sale con ambas en secreto, y que ahora estamos peleadas por celos y porque queremos ser la única para el. De nuevo, eso es tremendamente estúpido. Para empezar porque no soy persona para relaciones poliamorosas a menos que me digas que Henry Cavill, Sebastian Stan y Chris Evans quieren darme amor por el resto de mi existencia y hasta quedar más seca que el desierto.
Ahí si digo, San Pedro ahí te voy. Pero como eso no me pasará never en la vida, me dedicaré a la monogamía. Puta vida.
La segunda, es por lo mismo que mencioné anteriormente, no encuentro atractivo a Edward y menos por ser el estúpido amor de mi estúpida hermana. Punto. Así que, simplemente me dedico a ignorar todos los rumores que básicamente aciertan en un común denominador, Edward Imbécil Cullen, el centro de los problemas en la vida de mi hermana y la mía desde que regresamos a Forks.
—¿Estás bien? Luces algo ida y triste—me pregunta Ela con sincera preocupación en la mirada.
Esta vez he decidido sentarme con ella en todas las clases en las que pueda, no sólo porque aún no le dirijo la palabra a mi hermana, sino porque tiene a su chupasangre pegado a ella como lapa, literalmente, todo el día. Y también porque ahora más que nunca necesito a una amiga y definitivamente, ella me inspira confianza suficiente para contarle mis problemas personales y esperar un cálido abrazo que logre reconfortarme.
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