|| Historia basada en la saga cinematográfica de Crepúsculo ||
• Alena Swan decide acompañar a su hermana en su regreso a Forks, sin saber que todo lo que creía surreal existe, es tangible y visible, que su vida cambiaría por completo. Y mucho menos...
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—Suerte—dejo un beso corto en los labios de Jake una vez más antes de que se vaya de aquí junto con Seth y Leah para llevar acabo su parte del plan.
El asiente en silencio algo nervioso de que las cosas no funcionen, y no es el único. Besa mi frente unos segundos y entonces sale de la casa para internarse en el bosque con los hermanos detrás. En sumo silencio los miro alejarse hasta que sólo puedo escuchar los pasos firmes de Jacob y los dudosos de Seth detrás suyo, el sonido de las hojas secas ser pisadas por ellos y el criar de los grillos a su alrededor.
Con la preocupación a tope, me adentro a la casa para subir de nuevo a la sala de estar donde Alice y Rose están con mi hermana charlando de no sé qué cosas e intentando distraerla para que la tensión no perjudique su estado. Le doy una media sonrisa a Edward y me siento en el sillón individual cerca de la mesa de centro, donde el tablero de ajedrez de madera está ya listo y bien acomodado para ser usado por ambos.
—Oh vamos, me lo haz puesto muy fácil cuñadito—le digo burlona mientras muevo mi Reina unas casillas a la derecha dejándola a tres cuadros de su Rey. Sonrío orgullosa—Jaquemate.
El castaño me mira ominosa segundos con algo de incredulidad y una ceja alzada, pero si gesto cambia enseguida a una sonrisa igual de orgullosa que la mía.
—Te he dejado ganar—me asegura echándose hacia atrás para recargarse contra el respaldo del sofá. Suelto una carcajada al oírlo intentar recuperar su dignidad.
—Di lo que quieras para hacerte sentir mejor, ambos sabemos la verdad de todas formas. Soy mejor que tú en el ajedrez.
Con una sonrisa arrogante me cruzo de brazos y recargo de igual forma contra el respaldo de mi asiento, el ríe levemente mientras entorna los ojos con falso fastidio. Fijo mi vista en el reloj de mi muñeca dándome cuenta de que ha pasado al menos media hora desde que mi lobo y los demás se fueron, y sinceramente no es si es bueno o no.
—¿Otra partida? Prometo dejarte ganar otra vez—la voz divertida de Edward me saca de mis pensamientos y me hace mirarlo—Tranquila, todo estará bien.
Sonrío ladina y asiento queriendo creer en sus palabras. Me mira en silencio con la misma expresión que la mía—Bien, déjame patear tu trasero una vez más.
Ríe nuevamente y enseguida comienza a organizar sus piezas negras al igual que yo hago con las blancas. En cuanto estamos listos, comenzamos a mover pieza tras pieza con velocidad hasta llegar a una especie de empate, por lo que ambos miramos el tablero fijamente analizando que podemos hacer ahora. Cuando la voz de Jacob se hace presente, aún lejos, pero cerca de casa, Edward se pone de pie para recibirlo a el y a los hermanos.
Suelto un suspiro y comienzo a recoger las piezas para guardarlas dentro del tablero, mientras tanto escucho a Rose quejarse otra vez y mencionarle muchas razones a mi hermana, por las cuales los nombres para su bebé que ha estado considerando, son tan malos como mi hermana jugando algún deporte.
