【 CHAPTER EIGHT 】

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El tiempo pasa rápido cuando te diviertes, eso es definitivamente un hecho

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El tiempo pasa rápido cuando te diviertes, eso es definitivamente un hecho. Casi todas las tardes después de la escuela vamos al taller de Jacob a arreglar las motos que no van nada mal hasta ahora, aunque siendo realistas, es el quien las arregla mientras nosotras limpiamos piezas, buscamos refacciones o le pasamos herramientas. Aún así, Jake ha aprovechado para enseñarme aunque sea lo mínimo de mecánica a petición mía.

Ya que si algún día me quedo varada a mitad de la calle gracias a algún problema con mi moto, será mejor que sepa arreglarla yo sola en vez de pedir ayuda y estar propensa a que un asesino serial de mujeres me secuestre y torture para luego aventarme a un río o por un acantilado. Tal vez la probabilidades no sean altas pero nunca se sabe y con la maldita suerte que me cargo, mejor ni buscarle.

Pero volviendo al punto, yo ayudo a Jake en lo que necesita mientras aprendo y mi hermana se encarga de empezar la platica o pedir comida a domicilio. Y a pesar de que no suene como mucho trabajo, eso no puede hacerme más feliz ya que cada vez siento que está mucho mejor anímicamente. La compañía tierna, divertida y cálida de Jake le ha venido bien y ha vuelto a abrirse a mi completamente, tal y como era antes de que el chupasangre se fuera y la dejara botada.

Además de eso debo admitir con algo de emoción, que Jake y yo nos hemos acercado más hablando de la relación amigo-amiga. Cabe resaltar que van varias veces en las que mi hermana me dice, —cuando estamos ya en casa—, cuantas veces Jacob ha babeado por estar mirándome, o que se muerde el labio cuando lo hace, incluso me ha dado fotos impresas de nosotros dos. Porque si, mi hermana parece paparazzi.

En la mayoría estamos sonriéndonos, riendo, jugueteando o charlando amenos sin percatarnos de mi hermana y su teléfono. Para este punto ya no sé si quiere llenar un álbum con Jacob y yo como protagonistas o que carambas piensa hacer con tantas fotografías. Aunque se lo agradezco y que tengo que admitir que nos vemos muy bien, resulta que somos muy fotogénicos.

Y aunque suene súper raro, guardo cada una de las fotos en una caja de papel grueso de color azul marino de textura lisa. La misma la guardo dentro de  mi buró para que esté a salvo y fuera del ojo de los demás porque sería muy vergonzoso. No me juzguen.

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—¿Entonces qué tal si por hoy dejamos ls motocicletas de lado y vamos a Port Ángeles?—pregunto llamando la atención de mi hermana y Jake.

Los tres,—como de costumbre en las últimas semanas—, estamos en su taller a punto de comenzar la reparación diaria.

—¿Y a qué quieres ir?—me pregunta en respuesta Bella.

—Pues escuché que abrieron una pista de patinaje hace unos días y quiero ir—le digo con mi sonrisa más inocente ya que ella odia ese tipo de ¿deportes? ¿actividades? ¿pasatiempos?, como sea que le quieran llamar.

Y bueno, es obvia la razón del porqué los odia. Todos sabemos bien que la coordinación motriz de manos y pies de mi melliza, no es la mejor ni la más rápida, por ello es que jamás nos llevaron seguido a patinar en hielo o en concreto, mi hermana sufrió una fractura de peroné la primera vez que nos llevaron a patinar. En ese entonces teníamos 6 años y con eso mi hermana tuvo para detestar cualquier tipo de patines, patinetas, scooters, o vehículos así.

《 The Wolf's Love 》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora