|| Historia basada en la saga cinematográfica de Crepúsculo ||
• Alena Swan decide acompañar a su hermana en su regreso a Forks, sin saber que todo lo que creía surreal existe, es tangible y visible, que su vida cambiaría por completo. Y mucho menos...
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Durante el camino de regreso a casa mis ojos continúan soltando algunas lágrimas. Me siento como una estúpida, no puedo creer que el sea realmente un idiota de la noche a la mañana y que me haya dicho todo eso sin siquiera titubear. Ese no es el lindo chico que conozco desde pequeña, tampoco del que me enamoré sin remedio ni con el que he pasado tanto tiempo.
Al llegar a casa estaciono mi moto junto a la camioneta de mi hermana y la cubro con el plástico rápidamente, me quito el casco y entro deprisa a la casa sintiéndome tan empapada como la primera vez que vi a Chris Evans. *inserte carita pervertida*. Cierro la puerta detrás de mi y entonces los sollozos que retuve desde que salí de la reservación, comienzan a ser audibles.
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Bella se acerca a mi enseguida al oír mi llegada, su sonrisa se borra de golpe al ver mi estado, que de seguro es deplorable. Toda mojada, con los ojos rojos y llorando como verdadera magdalena. Corre hacia mi y me abraza con fuerza sin importarle que esté toda mojada, la abrazo de vuelta dejándome ir en la tristeza de la perdida de un amigo, en la desilusión del amor y en el dolor de mi corazón roto.
Por largos minutos nos quedamos así, abrazadas la una a la otra con fuerza, ella intenta calmar mis sollozos con suaves murmullos pero no puedo parar. Se mantiene acariciando mi cabello despacio—Vamos a que tomes una ducha o te enfermarás—me dice suavemente a lo que asiento en silencio. Nos separamos con lentitud y subimos para entrar directamente al baño—Traeré tus toallas y ropa seca, tú métete a bañar—ordena.
Ella sale de ahí cerrando la puerta tras ella, yo me desvisto y abro las llaves para después adentrarme en la regadera, cierro la cortina y me dejo empapar aún más. El agua caliente comienza a provocar vapor en el baño y a relajar cada uno de mis músculos pero aún así sigo sintiéndome como una mierda. Lágrimas siguen cayendo de mis ojos mientras su expresión de molestia y hasta ira se repite en mi cabeza sin cesar.
Sus palabras no se borran de mi mente, me martillean la cabeza repitiéndose una y otra vez, rompiéndome el corazón de nuevo y de nuevo. Después de varios minutos en los que me quedo parada bajo el chorro de agua sin moverme, me paso las manos por el rostro para quitar las lagrimas de mi piel y proceder a bañarme mientras intento no pensar en lo sucedido.
