|| Historia basada en la saga cinematográfica de Crepúsculo ||
• Alena Swan decide acompañar a su hermana en su regreso a Forks, sin saber que todo lo que creía surreal existe, es tangible y visible, que su vida cambiaría por completo. Y mucho menos...
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Con un corto suspiro me siento a la derecha de mi hermana sobre el sofá blanco, mi padre hace lo mismo pero al otro lado de Bella, quien se recorre suavemente hacia mi con su rostro mirando en mi dirección. Quiere poner algo de distancia entre mi padre y ella ya que apuesto que a pesar de mi intervención, aún siente aquella horrible sensación de sed y que muy probablemente empeora por el latido rítmico del corazón de mi padre, además de su aroma.
Entiendo bien ese impulso de que querer saltarle encima a la gente para saciar esa hambre y cuánta fuerza de voluntad necesitas para no hacerlo, especialmente cuando se trata de un amigo o familiar al que jamás querrías hacerle ningún tipo de daño. Así que coloco mi mano en su espalda intentando reconfortarla con aquel gesto y una mirada.
—Bueno, tenemos mucho que aclarar—comenta papá rompiendo el silencio un tanto incómodo. Ambas asentimos sin decir nada—Para comenzar, necesito saber si tú sabes que... que Jake puede...
Sonrío ladina mientras asiento hacia el—Claro que lo sabía papá, no hay secretos entre nosotros.
—¿Y estás bien con eso? ¿No es peligroso para ti?—me pregunta más preocupado.
—Estoy bien con eso papá, el siempre es muy cuidadoso respecto a ello. Se preocupa mucho porque yo esté bien y por eso trabaja cada día en mejorar su autocontrol—le explico sincera intentando borrar cualquier tipo de duda que pueda tener—Créeme, el jamás me haría daño.
—No lo sé Lena, no soportaría que algo te sucediera—el dolor surca sus orbes cafés, iguales a los de mi melliza.
—Nada va a sucederme, tienes que confiar en mi. Sigue siendo Jacob, ese mismo chico amable y dulce que conoces desde que nació—le aseguro estirándome hacia el para tomar su mano. Su agarre se aprieta alrededor de la mía—Te prometo que estoy bien y estaré bien. Su condición no afecta nuestra relación, mucho menos lo que sentimos o nuestra vida.
—Prométeme que siempre tendrás cuidado—me mira prácticamente suplicante a lo que asiento enseguida.
—No tienes de que preocuparte, te lo aseguro.
Suelta un suspiro corto y termina por asentir con gesto derrotado, entonces su vista recae en Bella, quien traga grueso maldiciendo la hora en que ha llegado su turno.
—Y tú...—murmura papá sin saber cómo iniciar—Jake me dijo que esto, lo que te sucedió, era necesario. ¿A que se refiere?.
Ambas nos miramos fugazmente ante su pregunta, que en realidad es difícil de responder.
—Bueno, mmm, no es algo que...
—Quiero saber lo que te pasó—la interrumpe papá al notar su nerviosismo y su intención de evadirlo—Tengo derecho a saberlo.
—Claro que lo tienes, pero no puedo decírtelo—niega Bella con una mueca de verdadera pena.
—¿Porque? ¿Es tan malo?—nos mira alternadamente buscando respuestas.
