1. Lola Stephan.

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Camille caminaba por los pasillos con la barbilla en alto, la mayoría se hacía a un lado para dejarle pasar, la francesa sonrió ampliamente.

«Al parecer las noticias vuelan» pensó, recordando cómo había empujado a un niñito de segundo y cómo lo había hechizado cuando intentó reclamarle.

En ese momento tenía que ir a pociones con el profesor Slughorn. Ya llevaba dos semanas en Hogwarts y no iba tan mal como había pensado, no era un castillo refinado como el de Beauxbatons, pero al menos estaba completamente limpio. No había estatuas preciosas por los pasillos, solo unas horribles armaduras, pero Camille podría soportarlo. La comida era irremediablemente pesada comparada con la de Beauxbatons, pero también podría sobrevivir a eso.

—¿Ibas a pociones sin mí? —preguntó Phoenix acercándose, Camille no tenía idea de que había estado haciendo, pero tenía el cabello desordenado y la corbata deshecha.

—No sabía dónde estabas, no iba a llegar tarde para esperarte —dijo en un tono duro, pero luego le dio una sonrisa dulce. Phoenix sonrió ampliamente y la abrazó por los hombros.

Aunque ambos llevaran apenas dos semanas siendo amigos, se sentían como si llevaran diez años siéndolo. Phoenix era realmente protector con ella, ya había amenazado con romperles la cara a unos Gryffindor que se le habían insinuado. Y Camille era realmente dulce y también protectora con él, solía ayudarlo a acomodar su uniforme, y también se había encargado de amenazar a unos idiotas que habían intentado molestarlo, casualmente esos idiotas también eran de Gryffindor.

—¿Qué crees que nos enseñe hoy el profesor Slughorn? —preguntó Camille con curiosidad. Phoenix se encogió de hombros mientras se intentaba peinar el cabello, pero fallando en el intento­—. Ven acá —Le pidió la francesa una vez estuvieron frente a la puerta del aula de pociones, Phoenix se acercó—. Agáchate un poco —pidió, el muchacho de inmediato le hizo caso­. Camille se encargó de arreglarle el cabello, para cuando terminó, estaba igual que siempre.

—Creo que quiero recortarlo un poco —comentó Phoenix pasándose la mano por el cabello, desordenándolo—. Perdón —dijo ante la mirada que Camille le dio.

—Como sea ­—murmuró ella antes de entrar al aula, se dirigió al que se había vuelto su lugar habitual, en el medio del aula.

—Me sentaré con Goyle —Phoenix le susurró en el oído cuando se acercó a ella, Camille alzó una de sus cejas, esperando una explicación—. Tiene un nuevo número de «El mundo de la escoba» —explicó.

—Tú y el quidditch —Negó con la cabeza, Phoenix se rio entre dientes y dejó un beso en su mejilla, luego se fue hasta el fondo, para sentarse allí.

Camille se aburrió rápidamente, usualmente charlaba con Phoenix, pero él había preferido a una estúpida revista antes que ella. Camille resopló ante el pensamiento.

—Hey, voy a sentarme aquí —Un Gryffindor le dijo. Camille lo evaluó, mirándolo de pies a cabeza. Aquel chico tenía el cabello negro; ojos grises; y una sonrisa divertida. La francesa lo pensó un momento, ese Gryffindor lucía exactamente cómo ella imaginaba lucía un alborotador, pero terminó suspirando y asintiendo, pero daba igual, él ya se había sentado junto a ella—. Tú eres la nueva que viene de Francia, ¿cierto? —preguntó él, colocando su mochila en el suelo.

—Supongo —respondió Camille, mirando sus uñas con aburrimiento.

—¿Cuál es tu nombre? —preguntó, mostrando una sonrisa.

—Camille Monreau —respondió, entonces lo miró por el rabillo del ojo y suspiró—. Supongo que tengo que preguntar el tuyo por educación así que, ¿cuál es?

Estrellas || Lily EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora