38. Cuidado con los escorpio.

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Camille se sentía frustrada, enojada.

¿Realmente Lily tenía que enojarse porque creía que ella había estado molestando a Snape? Además, ¿qué importaba si lo había hecho?

Resopló con enojo, bajando las escaleras con rapidez. Cuando llegó a la sala común de Gryffindor, vio a la mayoría mirarla, quizás por lo que decían todos del duelo con Snape, o porque era Slytherin y estaba en la sala común de Gryffindor.

Sirius estaba junto a la entrada, hablando con Marlene de... bueno, Camille no sabía de qué, pero ambos se estaban riendo, así que probablemente algo divertido. Pasó de largo hacia la salida, no estaba de humor para escuchar conversaciones sin sentido, tampoco estaba segura de querer hablar con alguien.

Sirius notó a Camille cuando pasó a su lado, a paso rápido y con el entrecejo fruncido. Él volteó a ver a Marlene y se excusó antes de seguir a la francesa. La alcanzó fuera de la sala común, a unos metros de la Dama Gorda, que miraba a Camille con el entrecejo fruncido.

—¿Estás bien? —preguntó Sirius, deteniéndola al sostenerla del antebrazo. Camille volteó, mirándolo con seriedad.

—Mejor que nunca —respondió con seriedad—. Ahora, ¿puedes soltarme?

—¿Lily hizo algo? —preguntó Sirius en voz baja—. ¿Necesitas que tu caballero de brillante armadura te defienda?

Camille resopló, con una sonrisa.

—Sí, seguro, ¿ahora es cuando sacas tu espada y matas a un dragón?

—Nunca dije que yo era tu caballero.

Ambos se sonrieron, Camille con desgana.

—Pero ya hablando en serio, ¿qué pasa?

—Todo sobre el duelo contra Quejicus es... —Camille suspiró— agotador. Ni siquiera gané, lo cual lo hace peor, porque todos esperan que lo haya hecho.

—¿No ganaste? —Camille desvió la mirada ante la pregunta—. Pero no pasa nada... Es decir, Quejicus a veces usa hechizos que nunca antes habíamos escuchado y todo eso. No voy a mentir, le robamos uno que otro.

Camille volvió la mirada a él, alzando una ceja.

—¿Quejicus es tu fuente de hechizos? Inesperado.

Sirius rio levemente.

—No lo llamaría así, pero si así quieres decirle... —Sirius se encogió de hombros—. Entonces... no ganaste, pero está bien. No voy a pensar que eres una perdedora por no ganarle a Quejicus.

—¿De verdad?

Sirius pasó su brazo por sobre los hombros de Camille, y comenzó a caminar con ella.

—De verdad —confirmó él—. Además, siempre podemos decir que, de hecho, ganaste —Sirius se encogió de hombros—. Es tu palabra contra la suya, y muchos te creerían a ti.

Camille tragó saliva, pensando. Quizás sí era un asunto de su palabra contra la de Snape, pero tampoco quería arriesgarse a que él sacara el tema de aquel maleficio que había usado con ella. Quizás Snape había hecho las cicatrices a propósito...

Camille cerró los ojos con fuerza por un segundo, dejándose guiar por Sirius.

—Sirius —dijo en voz baja, llamando su atención—. Si te dijera algo... ¿prometerías no decirle a nadie? Ni a James, ni a Lily, ni... a nadie.

Sirius la miró con curiosidad.

—Lo prometería —afirmó con seguridad—. Leal como un perro... eso dice James.

Estrellas || Lily EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora