43. Rumbo a Francia.

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Después de que Lily terminara de arreglar la maleta, y después de que se cambiara de ropa, ya estaban listas para irse.

—Me gustaba más el pantalón de gatitos —comentó Camille con diversión mientras bajaban las escaleras—. Te quedaba bastante bien.

—Cállate —Lily sonrió, bajando tras ella.

Cuando terminaron de bajar las escaleras, se encontraron al padre de Lily en medio de la sala de estar, junto a Petunia, que señaló a Lily, que bajaba su maleta tras ella.

—¡Te lo dije, papá, se va a ir!

Lily miró a su hermana con el entrecejo fruncido.

—La próxima que te vayas con Benny a un hotel, créeme que no te voy a encubrir.

Camille se cubrió la boca con una mano, viendo al padre de Lily voltearse a Petunia.

—¡Pero ella se va del país sin avisar! —balbuceó.

—Ya habíamos hablado al respecto —dijo él, pensativamente—. Aún así... esperaba al menos un aviso, Lily, no puedes irte sin decir nada.

—Eso probablemente haya sido mi culpa, señor —se adelantó Camille, sonriendo levemente—. Envié una carta anoche avisando, pero no llegó. Supongo que fue mi culpa por no haberla enviado con más antelación, en especial considerando la distancia que nos separa.

Lily parpadeó lentamente, mirando a Camille. No podía entender cómo se volvía sofisticada y educada en el momento necesario, como ese, en el que tenía que lidiar con su padre. Su postura era completamente recta, con una sonrisa relajada en el rostro, y mirando a su padre con tranquilidad, como si supiera que todo estaba bajo control.

—Eh... claro, sí —dijo el padre de Lily, mirando a Camille—. Sí, supongo que fue descuidado no avisar con más tiempo.

—Y le ofrezco mis más sinceras disculpas por ese malentendido —respondió Camille, bajando levemente la cabeza—. Sin embargo, si no lo entendí mal, Lily le preguntó si podía venir a Francia conmigo, ¿es eso correcto?

—Sí —Petunia miró de inmediato a su padre cuando asintió—. Sí, claro, entiendo que le guste reunirse con más personas que sean de su... tipo —dijo, algo cauteloso, como si temiera no darse a entender y causar un malentendido.

—El problema fue la falta de aviso, ¿cierto?

El padre de Lily asintió ante las palabras de Camille.

—Bueno, eso podemos solucionarlo ahora mismo, ¿no le parece? —sugirió Camille—. E, incluso, si para usted es un inconveniente, podríamos marchar mañana. Claro... pero yo tendría que buscar por alguna vivienda mágica que cuente con una Red Flu para comunicarle lo sucedido a mi madre y no preocuparla.

El padre de Lily se le quedó mirando, como si estuviera procesando sus palabras, pero terminó negando con la cabeza.

—No, no... está bien —Lily notó como Camille sonreía un poco más amplio—. Tampoco quisiera retrasar a ninguna ni correr el riesgo de preocupar a tu madre —Petunia miró boquiabierta a su padre—. Y sí, bueno... quizás para la próxima podrías estar un poco más al pendiente de avisar con un poco más de antelación.

—Por supuesto, señor —Camille le mostró una sonrisa encantadora—. No se volverá a repetir, eso se lo puedo asegurar —Ella miró a Lily y luego a su padre—. Yo esperaré en el coche en lo que se despiden —Inclinó levemente la cabeza como despedida—. Tenga un buen día.

Petunia miró como caminaba fuera de la casa, manteniendo una postura confiada.

—Pero papá —protestó Petunia—, es fuera del país. ¿No es irresponsable dejar a Lily irse con una chica que ni siquiera conoces? ¡Podría ser incluso peligroso!

Estrellas || Lily EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora