78. El error de Sirius Black.

1.2K 198 57
                                    

Phoenix miró las estrellas, sintiendo la mano de Remus entre la suya.

—Rebekah dice que ya está casi comprobado que la poción es segura —le informó, sonriendo levemente—. Pero dice que me lo puede confirmar apenas a mediados de marzo.

—Pero la luna llena es antes —susurró Remus.

—Lo sé —dijo él, haciendo una leve mueca—. Pero será la última vez que te sentirás fuera de control —Phoenix aseguró, girándose para poner una mano en su mejilla—. Nunca más.

—No habrá chance de que hiera nadie más —dijo Remus, cerrando los ojos y apoyándote en el contacto de Remus.

—La última luna llena en la que estarás sin control —dijo Phoenix, entonces se inclinó y le dejó un suave beso en los labios—. Te quiero, ¿sabías?

Remus abrió los ojos y sonrió ampliamente, tanto que se le achicaron los ojos.

—Considerando todo el trabajo que pusiste en esa poción solo para ayudarme... podía suponer que lo hacías —Phoenix se rio por lo bajo por sus palabras—. Yo también te quiero, mi fénix.

Remus se acercó y lo besó, apoyando su mano libre en su espalda.

No quería soltarlo jamás.

♦♦♦

Sirius esperó sentado, mientras Camille escuchaba las instrucciones de James.

—Esta mierda es muy complicada —maldijo Camille—. Por Dios.

—No es tan complicado —aseguró James, mirando a su corona de flores, ya terminada—. ¿Viste?

—Presumido de mierda —murmuró por lo bajo cuando James puso la corona junto a su cara y sonrió ampliamente—. Yo no ando presumiendo que mis flores de papel son más lindas que las tuyas.

James hizo una mueca, borrando la sonrisa de su rostro.

—Mentira —dijo Camille de inmediato, arrepintiéndose—. Las tuyas son lindas también.

Camille quiso golpearse en la cabeza contra el tronco del árbol que tenían junto a ellos. Llevaba toda la tarde tratando mal a James porque no podía dejar de pensar en Lily y en cómo habían bailado juntos la noche anterior. Y James ni siquiera se lo merecía... ni Lily tampoco. Pero estaba tan llena de celos que, aún así, estaba siendo cruel con él, sin siquiera quererlo... o tal vez sí, pero en lo más profundo de su ser.

—Gracias —dijo él, decaído.

—Solo está frustrada porque no le sale —habló Sirius, tratando de animarlo—. Es decir... mira esa cosa.

—Cállate, pulgoso.

Sirius soltó una carcajada por el apodo.

—«Pulgoso» —repitió, aún riéndose—. Muy bueno.

—¿Tú qué animal eres, Jessie? —preguntó Camille, queriendo lograr que se animara, después de todo, había sido ella la que lo había hecho sentir mal—. Sirius no me quiso decir.

—Es un venado —dijo Sirius antes de que él respondiera.

—¿Por qué no me dijiste antes para decirme justo cuando le pregunto? —preguntó Camille, girando la cabeza para mirarlo.

—No sé —respondió Sirius con simpleza, entonces miró a James con una sonrisa y puso sus dedos índices en lo alto junto a su frente—. Cornudo.

Camille soltó una carcajada por la expresión de James.

—Al menos no tengo pulgas —respondió él, sonriendo, más animado que antes.

—Ya, pero a mí no me pesan los cuernos en la cabeza —Sirius siguió sonriendo.

Estrellas || Lily EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora