79. Camille y Jules.

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La primera semana de marzo se pasó rápidamente, Camille acompañaba a Sirius a casi cualquier sitio para que no se sintiera solo porque los demás estaban enojados con él. Iba con Sirius a casi cualquier sitio... con claras excepciones.

—Sirius, no voy a entrar al baño de chicos —le dijo Camille con seriedad.

—Pero...

Sirius hizo un puchero.

—Por Dios —Camille se llevó una mano al rostro—. ¿Acaso Jessie y tú mean juntos o por qué demonios quieres que te acompañe ahí?

Sirius hizo una mueca.

—Sí, básicamente —Camille lo miró con una mueca de asco. ¿De verdad hacían todo juntos?—. Vale, vale —Sirius suspiró—. ¿Me esperas acá?

—Eso sí que lo puedo hacer.

Sirius asintió un par de veces, entonces entró rápidamente al baño.

Camille esperó un momento ahí fuera, se apoyó en la pared y miró a la entrada del baño, esperando a que Sirius saliera.

—¿Viste? No era tan difícil —le dijo cuando él salió un minuto después.

—¿Crees que en algún momento me perdonarán? —preguntó Sirius, mirándola, desolado.

—Te van a perdonar —aseguró Camille, aunque no tenía certeza de ello—. Venga, ¿quieres ir a... no sé... saquear la cocina y explotar laboralmente a los pobres elfos para que nos hagan algo rico de comer?

Sirius asintió y la abrazó por los hombros.

—Vamos.

Y ambos caminaron juntos.

♦♦♦

Phoenix no estaba nada feliz con Sirius y se lo había dejado claro a Camille cuando ella había insistido en que la acompañara a acompañarlo, así Sirius no se sentía triste.

A Phoenix no le importaba si se sentía triste o no. Si estaba mal, era su culpa. Había dejado que Snape, uno de las personas más despreciables —sino era la más despreciable— de Hogwarts supiera el secreto de Remus. ¿En qué había estado pensando?

Ahora Snape no dejaba de mirar a Remus como si fuera un monstruo, y Remus no podía dejar de sentirse como uno. Phoenix lo odiaba.

Estaba harto de que Remus tuviera que sentirse como un monstruo, un depredador. El Remus que él conocía no era nada de eso. Remus no era un monstruo, ni un depredador, ni un animal despreciable. Remus era atento, cariñoso, amigable y de las mejores personas que Phoenix conocía, de hecho, probablemente era la mejor.

No dejaba de pensar en «hubieras» todo el tiempo.

Si Sirius no le hubiera dicho nada a Snape... Si Sirius hubiera mantenido la maldita boca cerrada... Si él hubiera apresurado a Rebekah para que le enviara la fórmula corregido la poción... Si todos esos «hubiera» hubieran pasado, quizás Remus no se sentiría tan mal como se sentía en ese momento.

Phoenix estaba seguro de que él estaba más enojado con Sirius que el mismo Remus.

♦♦♦

El diez de marzo llegó y también el cumpleaños de Remus. Sirius le había dicho a Camille que había dejado el regalo de Remus en su casa, pues no se había atrevido a dárselo cara a cara.

—Soy tan patético —Sirius se cubrió el rostro con ambas manos—. Y todos me odian tanto...

—No te odian —le dijo Camille, tratando de consolarlo—. Solamente están un poco enojados, después se les pasa.

Estrellas || Lily EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora