67. París.

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—¿No te molesta si vamos al pueblo para que llame a mis padres? —preguntó Lily cuando anocheció, quería asegurarse de que todo estaba bien.

—¿Cómo me va a molestar? —preguntó Camille como respuesta—. Yo te llevo.

Lily le sonrió.

Habían estado en la habitación de Camille desde que llegaron, pues ninguna tenía ganas de ir a la cocina y comprobar si lo que había dicho Rebekah era verdad o no.

Llevaban toda la tarde hablando. Camille le había contado algunas cosas sobre Kilow y lo que había hecho. A Lily le encantó escucharla, le parecía increíble que no necesitara de contacto físico para sentir la intensidad de su vínculo.

Podría haber sido el momento perfecto para decirle a Camille que estaba enamorada de ella, pero cada vez que lo pensaba, las palabras de su padre resonaban en su mente y solo la hacían querer llorar. Lily no tenía más remedio que volver a centrarse únicamente en Camille y en lo que le estaba contando para dejar de pensar al respecto.

—¿Vamos?

Lily asintió cuando Camille la tomó de la mano. Juntas salieron de la habitación y bajaron las escaleras.

—Iba a decirles que ya es seguro —dijo Rebekah, parada en el primer escalón de la escalera—. Bueno, eso creo.

—¿Crees? —preguntó Camille con diversión.

Lily contuvo el impulso de soltar la mano de Camille cuando Rebekah miró sus manos entrelazadas. Contuvo la respiración, esperando algún comentario, pero Rebekah no dijo nada al respecto.

—¿A dónde van?

—Al pueblo —respondió Camille, dejando de bajar las escaleras para pararse frente a Rebekah—. Lily quiere llamar a sus papás.

Rebekah asintió.

—Bueno, es mejor si lo hace acá —dijo ella—. Hoy vinieron a hacer lo del teléfono y todo eso... no entendí nada, pero seguro ella sabe de eso.

—Creo que sé usar un teléfono —dijo con nervios cuando Rebekah la miró.

—Pues genial —Rebekah se hizo a un lado para que pudieran pasar—. Está en la sala, seguro lo ven, es medio raro.

—¿Medio raro?

—Con todos esos cables y ese color rojo tan llamativo —Rebekah hizo una mueca—. Raro.

Camille se rio.

—Rarísimo —Entonces miró a Lily—. ¿Vamos?

Lily comenzó a caminar con inseguridad, sabiendo que Rebekah estaba mirándola. Estaba tensa, esperando cualquier comentario, pero Rebekah siguió sin decir nada sobre sus manos entrelazadas.

No les tomó mucho encontrar el teléfono, Camille se encargó de marcar, ya sabiéndose el número de memoria, entonces se lo pasó a Lily.

—Ya está llamando.

Lily le sonrió y se lo llevó a la oreja, escuchando los tonos, a la espera de que respondieran.

—¿Hola?

—¿Papá? —preguntó Lily, aunque había reconocido su voz—. Soy Lily.

—¿Se puede saber dónde carajos estás?

Lily tragó saliva.

—Les dejé una nota y...

—¿Y a ti te parece suficiente? —espetó él, sin dejarla terminar—. Una maldita nota que no encontramos. Repito: ¿dónde estás?

Estrellas || Lily EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora