55. El torneo de duelo.

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Camille paseó por su habitación, de un lado a otro. No podía dejar de pensar.

El anillo... el bendito anillo se le había caído cuando se suponía que debía mantenerse en su dedo sin importar qué. Le dio una mirada de reojo al anillo, que había dejado sobre su mesita de noche.

Según lo que sus padres le habían explicado y lo que había leído en un par de libros, aquel anillo que, al parecer, las familias sangre pura tenían por costumbre darle a sus herederos, tenía magia antigua que lo mantenía en su dedo, a menos que fueran exiliados de su familia o se enamoraran. Camille resopló, pensando que era una tontería bastante cursi y que le estaba dando demasiado en que pensar.

Estar enamorada de Lily no la tomaba precisamente por sorpresa, pero tampoco había esperado que el anillo fuera a resbalarse por su dedo justo cuando estaba con ella.

Camille suspiró, dejando de pasear por la habitación para sentarse en su cama, clavando su mirada en el anillo, que se mantenía sobre la mesita de noche. No lo agarró para mirarlo aunque quería hacerlo. ¿Qué iba a encontrar? Nada nuevo, simplemente el círculo metálico con el escudo de los Monreau.

Quería decirle a Lily, claro que quería ir y decirle que estaba enamorada de ella, pero Camille también quería quedarse acostada en su cama y mirando el techo por el resto de la eternidad. Saberlo era una cosa, decírselo a la cara era otra totalmente diferente.

Se repitió que era una estupidez estar pensando tanto al respecto, como si Lily no tuviera sentimientos por ella. Estaba casi segura de que estaban en la misma página, pero sus inseguridades estaban haciéndola dudar. ¿Y si Lily no sentía lo mismo y quedaba como una idiota? Camille exhaló profundamente, tratando de relajarse.

Estaba siendo completamente irracional. Incluso aunque Lily no estuviera enamorada de ella, no se iba a burlar... pero sí podría hacer que las cosas fueran incómodas. Camille se pasó las manos por el rostro, completamente estresada. Cuando quitó sus manos de su rostro, miró al anillo con el entrecejo fruncido.

—Idiota cursi —maldijo a quién fuera que se le hubiera ocurrido todo el asunto del anillo, aún sabiendo que el trozo de plata sobre su mesita de noche no tenía nada que ver con el hecho de que estaba enamorada de Lily.

♦♦♦

Camille respiró profundamente, mirando a Lily y Phoenix.

—¿Siquiera pueden estar aquí?

—Slughorn no se negó cuando dije que queríamos venir a darte ánimos —Lily le sonrió.

—De hecho, apoyó la idea —agregó Phoenix—. Dijo algo como «Nada como los amigos para calmar los nervios».

—No estoy nerviosa —dijo Camille de inmediato, ganándose una sonrisa burlona por parte de ambos—. De verdad —insistió.

—Por favor —Lily resopló, aún sonriendo con burla—. Llevas un rato dando vueltas de un lado a otro y no dejas de quitarte y ponerte tu anillo.

—Eso no significa nada —respondió Camille, apartando de golpe su mano del anillo cuando se dio cuenta de que moviéndolo de un lado a otro en su dedo.

—Espera, ¿no es el anillo...?

—Un anillo cualquiera —Camille interrumpió a Phoenix, mirándolo y alzando las cejas—. Como cualquier otro anillo que cualquier persona puede tener.

Phoenix se le quedó mirando unos segundos, luego asintió.

—Ah, claro, ese tipo de anillo —Siguió asintiendo con la cabeza—. El anillo normal que cualquier persona normal puede tener... normalmente.

Estrellas || Lily EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora