Prólogo.

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Camille caminó junto a los alumnos de primer año con la barbilla en alto, aunque se sentía patética, ella estaba en quinto y debía entrar con ellos, ¿por qué?, porque la habían expulsado de su antiguo colegio y sus padres habían arreglado todo para que fuera a Hogwarts.

Una profesora con pequeñas arrugas y una túnica verde comenzó a explicar cosas sobre las «casas» en las que se dividían a los estudiantes, Camille escuchó su explicación a medias. No estaba realmente interesada, solo quería que el año escolar comenzara y terminara rápido, para que comenzara otro, que también deseaba terminara rápido, para comenzar su último año y graduarse. Si Camille pudiera, se saltaría los aburridos años que le faltaban en el colegio y comenzaría su entrenamiento como auror de una buena vez, pero, claramente, no la aceptarían sin los TIMOs y EXTASIS necesarios.

Aquella mujer terminó de hablar y los hizo pasar al Gran Comedor, Camille miró el cielo estrellado con aburrimiento, mientras todos los chiquillos a su alrededor murmuraban entusiasmados. Camille no estaba nada impresionada, había leído un aburrido libro sobre la historia del castillo y sabía de antemano que el techo estaba ahí, pero invisible gracias a un hechizo.

—Qué molestos —gruñó Camille enojada por los murmullos y miradas entusiasmadas de los niños—. ¿Nunca habían visto magia o qué? —espetó, ganándose una mirada severa por parte de la mujer de la túnica verde y un estremecimiento de miedo por parte de los niños cercanos a ella.

La profesora de la que desconocía el nombre caminó, adelantándolos y poniéndose frente a ellos, al lado de un taburete y de un feo sombrero viejo. Camille no estaba interesada en colocárselo en la cabeza, el sombrero no tenía ningún sentido de la moda y dudaba de si tenía poder mágico.

—¡Bienvenidos a Hogwarts...! —Ahí Camille notó que se equivocaba, el sombrero sí que tenía poder mágico, hablaba por una abertura y de un momento a otro comenzó a cantar. Camille no le prestó atención a la canción, estaba muy ocupada en su propia mente, pensando en cuanto deseaba estar en Beauxbatons y no en ese horrible colegio escoces.

—Abbott, Phoenix —llamó la mujer de la túnica verde, leyendo desde un pergamino largo que tenía en sus manos. Un muchacho alto, que parecía de la edad de Camille, pasó adelante, la chica le prestó atención, tenía el cabello negro y le cubría la cara, casi hasta los ojos, Camille no pudo detallarle el rostro porqué le colocaron el sombrero.

Varios murmullos recorrieron el Gran Comedor, probablemente porqué el muchacho se veía bastante mayor como para estar cursando primer año, así que muchos se preguntaban por qué había entrado a Hogwarts hasta ese año.

—¡Slytherin! —el muchacho pareció exaltado cuando le quitaron el sombrero, entonces Camille pudo ver sus ojos, que eran marrones y que estaban completamente abiertos, parecía querer decir algo, pero rápidamente se arrepintió y caminó hacia una mesa que tenía a varios vestidos de verde, que le dieron la bienvenida con aplausos poco entusiastas.

Y así la mujer siguió llamando alumnos, Camille no prestó atención hasta que su nombre salió de los labios de la mujer.

—Monreau, Camille.

Camille adelantó a todos los niños, dándoles codazos «accidentales» y caminando con la elegancia que había obtenido luego de años estudiando en Beauxbatons. Si la directora pudiera verla, quizás estaría orgullosa, claro, si ya la hubiera perdonado por el pequeño incidente que había resultado con su expulsión.

La mayoría de estudiantes miraban con atención a la francesa y murmuraban sobre su aspecto y sobre su edad. Camille movió su cabello rubio hacia atrás, y sus ojos verdes se pasearon por las mesas del Gran Comedor, algo molesta por el ruido que estaban haciendo, luego se sentó en el taburete y la mujer de túnica verde le colocó el sombrero sobre su cabeza. Camille se mordió la lengua para no soltar unos comentarios que probablemente no serían bien recibidos.

—Así que eres bastante ágil con la mente, ¿eh? —Camille escuchó una voz en su oído y de inmediato se sobresaltó—. Tranquila, tranquila, soy el Sombrero Seleccionador —Camille suspiró, sintiéndose ligeramente aliviada—. Y eres bastante astuta, siempre consigues lo que quieres...

Camille sonrió con orgullo, claro que siempre conseguía lo que quisiera, fuera cual fuera el precio.

—Así es —afirmó sin dejar de sonreír.

—Esto es una decisión muy sencilla, sí que lo es —dijo el sombrero en su oído—. Me parece que la casa de los ambiciosos es para ti...—Camille no dejó de sonreír—. ¡Slytherin! —gritó el sombrero, la mujer de túnica verde se lo quitó de encima, la rubia caminó hacia la mesa de verde, que le dio una bienvenida mucho más calurosa que al muchacho que había ido primero.

Camille se sentó junto a un muchacho de cabello negro largo, estaba ligeramente encorvado y sus ojos oscuros estaban mirando hacia cualquier otro lugar menos a la mesa o a cualquiera de sus compañeros. A su otro lado estaba el muchacho que también tenía el cabello negro y largo, el mismo que había sido enviado a esa casa antes que ella.

—Camille Monreau —La francesa se presentó mirándolo, el muchacho le dio una mirada—. ¿Cuál es tu nombre? —preguntó.

—Phoenix Abbott—Camille asintió, repitiendo el nombre varias veces en su mente para poder aprendérselo, no era realmente buena con los nombres—. Tu apellido es francés, ¿eres de por allá?

—Sí —afirmó dándole una sonrisa—. ¿Tú eres de por aquí?

—Lo soy —afirmó—. Pero antes iba a Durmstrang, mis padres me hicieron venir aquí, dijeron algo de que sería mejor para la familia. No tengo ni idea de a que se referían.

Camille y Phoenix hablaron durante un largo rato, contándose anécdotas y datos sobre ellos mismos. Ninguno de los dos tenían idea de porqué era tan sencillo hablar con el otro. A Phoenix siempre le había costado hacer amigos y hablar con las personas, pero Camille era encantadora, así que terminó contándole varias cosas sobre él.

—¿Sabes algo sobre las casas? —preguntó Camille, mirando las otras tres mesas que estaban en el Gran Comedor.

—Sí, mi hermano viene aquí y me contó un poco sobre ellas —contó Phoenix—. Está Gryffindor, que es la de la valentía; Hufflepuff de la amabilidad; Ravenclaw de la sabiduría; y Slytherin de la astucia.

—Me alegra estar en Slytherin —comentó Camille luego de la explicación de Phoenix—. ¿Te imaginas ser un Hufflepuff amable? Asco, me tiraría de la torre más alta del castillo —Ese tipo de bromas no solían hacerle gracia a Phoenix, pero no sabía que tenía aquella francesa que lo hacía reír y confiar en ella de inmediato.

Camille dejó de prestarle atención por unos segundos, para darle una mirada a los rostros de los estudiantes que podía ver, lo hizo, hasta que su mirada se detuvo en una pelirroja de ojos verdes, la cual reía animadamente.

—¿Sabes quién es ella? —preguntó Camille, sin dejar de mirarla. Phoenix siguió su mirada hasta que la vio, entonces negó con la cabeza.

—Me parece que olvidas que también soy nuevo y que no conozco a nadie —bromeó el muchacho, la francesa mostró una pequeña sonrisa, pero seguía sin despegar su vista de la pelirroja.

—Voy a preguntarle a alguien más —Y Camille se inclinó hacia adelante en la mesa, si a Phoenix le pareció extraño su interés en aquella pelirroja no lo demostró, solo asintió y colocó su atención en su plato dorado, donde seguía su comida—. ¡Eh, tú! —La francesa llamó a un muchacho de cabello negro, el cual estaba sentado frente a ella.

—¿Me hablas a mí? —preguntó, mirándola como si fuera un duendecillo que se había cruzado en su camino.

—No, le hablo al basilisco detrás de ti —El muchacho volteó, logrando que Camille se riera—. Claramente te hablo a ti.

—¿Qué quieres? —preguntó mientras se pasaba una mano por su cabello.

—¿Quién es ella? —preguntó Camille como respuesta, haciendo una seña con la cabeza hacia la mesa de colores rojos, él volteó e hizo un gesto de desagrado.

—¿La sangre sucia? —preguntó él, volviendo a mirarla. El muchacho de cabellos negros y largos que estaba al otro lado de Camille los miró con enojo.

—¿Sangre sucia? —preguntó la francesa con desagrado, más por el término que por otra cosa.

Sus padres, a pesar de ser sangre pura, nunca le habían enseñado sobre la supremacía de la sangre, ambos siempre le dijeron que los nacidos muggles, como ellos los denominaban, eran igual de capaces que ella o que cualquier otro mago o bruja.

—Es Lily Evans —agregó él, contento por el desagrado que Camille había mostrado.

—Ya veo —murmuró, volviendo a sentarse, Phoenix la miraba con curiosidad.

—¿Descubriste quién es? —preguntó el muchacho, Camille asintió, mirando a la pelirroja sin ningún disimulo.

—Lola Stephan —respondió, entonces la pelirroja la miró, sus miradas verdes se chocaron entre sí, y ambas se miraron fijamente.

Camille no tenía idea de que estaba sucediendo, pero estaba segura de que no era normal que su corazón fuera así de rápido solo porqué alguien la miraba.

Tenía que descubrir quién era Lola Stephan y qué era lo que la hacía sentir así.

Estrellas || Lily EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora