95. Lena.

1.1K 185 29
                                    

Después de salir del trabajo, Camille se apareció en la Mansión Salvatore.

No quería pensar en cómo sus pensamientos la habían asustado más temprano, prefería pasar el rato con Lana, aunque fuera en esa deprimente mansión. Era mejor eso que estar sola en su departamento.

Cuando llegó, Bianca no estaba por ningún lado y, cuando le preguntó a uno de los elfos domésticos, le respondió que estaba en la habitación de Lana.

Camille subió las escaleras de dos en dos, ansiosa por ver a Lana... y bueno, a Bianca porque no le quedaba opción y tendría que verla.

Una vez en el segundo piso, hizo el camino de memoria hasta una de las puertas, cuando la abrió escuchó el llanto de Lana.

-Shh, shh.

Bianca parecía desesperada, meciendo a la bebé en sus brazos, mientras esta lloraba.

-¿Qué pasa?

-Está enferma.

Camille se acercó de inmediato y le puso la mano en la frente a Lana, dándose cuenta de que estaba hirviendo.

-¿Le diste alguna poción?

-¿Se puede?

Camille la miró por su pregunta.

-¿Qué? -le preguntó, sin entender-. ¿Pensaste que no se puede?

-¡No sé! -Camille suavizó su expresión por el tono desesperado de Bianca-. Es una bebé y es muy delicada y... no sé.

Camille tomó a Lana, quitándola de los brazos de Bianca. Podría criticarla por ser tan idiota después, primero tendrían que bajarle la fiebre a Lana.

-Haz una poción, rápido.

Bianca casi corrió hasta la puerta cuando Camille le ordenó que hiciera una poción.

-¡Bianca! -la llamó Camille cuando salió. Bianca se regresó y se asomó por la puerta-. Tienes razón; la bebé es pequeña y delicada. La poción debe ser menos fuerte de lo habitual.

Bianca no dijo nada más y se volvió a ir.

Camille meció a Lana en sus brazos.

-Shh, shh, bebé -dijo, mirándola con preocupación-. Pronto te vas a poner mejor.

Y siguió meciéndola, esperando que Bianca se apresurara.

♦♦♦

Esa noche Camille durmió en la habitación de Lana.

¿Le estaba quitando responsabilidades a Bianca? ¿A quién le importaba? Camille solo estaba interesada en que Lana estuviera bien.

-Buenas noches, Lena -le dijo, asomándose a su cuna.

Lana se rio, mirándola.

Camille se acostó en la bolsa para dormir que Edgard le había dejado. No era tonta y sabía perfectamente que podía haberle dejado una cama, pero había decidido llevar todo en paz, por Lana.

Jugó con Lana, metiendo su dedo por las rejillas de la cuna, mientras que la bebé intentaba atraparlo, hasta que Lana se durmió.

Camille la miró unos segundos, entonces sonrió y cerró los ojos.

Algún día, después, en el futuro, tendría su propia hija, su propia familia.

♦♦♦

Además de pasar tiempo con Lana, la única cosa que le subía el ánimo a Camille después del trabajo, era ir a ver Jules.

Estrellas || Lily EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora