37. El día después.

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Cuando Camille despertó, estaba en un sitio luminoso, de colores claros.

No tardó en darse cuenta de que estaba en la enfermería.

Solo había estado una vez antes, cuando había ido a visitar a James. Cerró los ojos ante el pensamiento, y entonces recordó el duelo con Snape, y con eso sintió dolor en su pecho. Soltó un quejido, abriendo los ojos otra vez.

La enfermera —de la que Camille no se sabía el nombre— se acercó casi corriendo a ella. La miró con atención, como si realmente estuviera preocupada.

—¿Cómo te sientes?

Camille abrió la boca para responder, pero terminó tragando saliva, intentando tener algo de humedad en la garganta. La boca le sabía horrible, como si hubiera estado toda una semana comiendo barro, sin cepillarse los dientes.

—Deben ser las pociones —dijo la enfermera, comprensiva, como si supiera lo que Camille estaba pensando—. Tuve que darte un montón para calmar el dolor. Estabas semiconsciente, quejándote y llorando un poco.

Camille desvió la mirada, levemente avergonzada. Pero se reprendió a sí misma, el dolor había sido horrible, claro que tenía sentido que hubiera llorado.

—¿Estuvo tan mal? —preguntó, como si el dolor que había sentido no hubiera sido suficiente indicativo.

—Nunca había visto algo así —admitió la enfermera después de unos segundos—. La piel quemada, y las heridas en el cuello... —Camille odió la lástima en su voz—. Pude curarte, pero es... ¿quién hizo eso?

Camille tragó saliva. No quería hablar al respecto. No quería que todo el asunto del duelo llegara más lejos. ¿Qué se suponía que hiciera? ¿Decirle a la enfermera para que después todos se enteraran de que Snape le había ganado en un duelo y que había llorado de dolor en la enfermería? Además, ¿qué se suponía que dijera? ¿«Snape estaba hablando mal de los nacidos muggles y quise darle una lección»? Lily probablemente se sentiría mal, aunque quisiera ignorar a Snape, se notaba que aún le afectaba lo que dijera o no.

—No... no lo sé —mintió después de unos segundos de vacilación. Después de todo, ¿qué seguía, de todas formas? Probablemente solo iban a darle de alta o algo así, y volvería tranquilamente a sus actividades. Nadie tenía que enterarse. No tenía que ser relevante.

—Tendría que recibir el castigo correspondiente —dijo la enfermera, casi con tristeza. Camille no estaba entendiendo muy bien por qué actuaba como si hubiera muerto alguien—. Fue magia oscura.

Camille tardó unos segundos en procesar lo que estaba oyendo.

—Espere... —Se aclaró la garganta cuando notó su voz temblorosa—. No... no quiere decir que fue un maleficio oscuro. Escuché mal, ¿no es así?

Camille tragó saliva cuando la enfermera no respondió.

Se consideraba a sí misma alguien con conocimientos. Si había algo que sabía de las heridas mágicas, en especial las ocasionadas por magia negra, es que nunca curaban bien.

Camille bajó la cabeza y se jaló la camisa de algodón que estaba usando, probablemente alguien más se la habría puesto, quizás la enfermera. Cerró los ojos con fuerza cuando vio las horribles cicatrices surcando su pecho. Era como un mapa, con líneas de un lado a otro, pero sin ningún sentido. Se llevó las manos al rostro y ahogó un sollozo.

Lo odiaba.

Odiaba a Snape. Odiaba las cicatrices que tenía en el pecho... Quizás incluso a ella misma por dejar que sucediera. Si tan solo no se hubiera distraído...

Estrellas || Lily EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora