75. Lío.

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Camille dudaba que hubiera sido consciente de la cantidad insana de fiestas que hacían casi todos los días en Hogwarts de no ser por Sirius.

Todas las noches en una sala común diferente... o en algún aula, en cualquier sitio. El castillo era lo suficientemente grande para que dieran una fiesta ruidosa y nadie la escuchara.

Jamás habría pensado que pasaría más tiempo en la sala común de Hufflepuff que en la de Slytherin. Apenas llegaba en las noches a dormir... a veces ni eso, ya se había ido un par de noches con Sirius y dormían en su habitación en la torre de Gryffindor. Por supuesto, Camille se despertaba tan solo una o dos horas después y se iba, queriendo evitar toparse a Lily.

Ni siquiera se trataba de que Camille no quisiera verla, porque, de hecho, se moría por hacerlo, quizás incluso por tocarla... A veces ni siquiera sentía que Lily fuera real. Camille a veces se preguntaba si no la había inventado o algo por el estilo.

Camille se moría de ganas por ver a Lily, pero ver a Lily significaba afrontar que, de hecho, era real y que sus palabras también lo habían sido. Significaba aceptar que, aunque le había dicho que la amaba, su amor no era suficiente como para ignorar la opinión de la gente.

Ese día pensaría en Lily durante todo el día, pero en la noche... bueno, saldría con Sirius a cualquier rincón del castillo que ofreciera alcohol, como todas las noches.

♦♦♦

Camille estaba comenzando a acostumbrarse a la sala común de Hufflepuff... menos por lo amarilla y brillante que era, incluso de noche.

Era amplia, con sus paredes amarillas y plantas y enredaderas por todos lados. Tenía ventanas que mostraban los terrenos del castillo, aunque la sala común estuviera bajo tierra... magia, probablemente.

Había perdido a Sirius entre la gente hacía ya un buen rato. Probablemente estaría bailando por ahí con alguna chica, o bailando solo. A Camille no le importaba mucho, en realidad. Para ella sería suficiente con que se mantuviera lo suficientemente sobrio como para caminar por su cuenta.

Colocó su vaso sobre la mesa en la que estaban todas las botellas, tomó una al azar, la abrió y la olió. El olor dulce fue suficiente para que Camille comenzara a servirse en su vaso.

—¿Segunda fiesta esta semana? —No se giró, pero la miró de reojo, reconociendo a Jules, quien soltó un silbido—. Y un día entre semana... qué rebelde.

—Mañana es sábado, así que da igual —respondió, terminando de servirse, entonces tapó la botella y la dejó en la mesa—. Y no es la segunda... es la cuarta, de hecho. Estuve en la de anoche, la de la torre de Astronomía... y la del miércoles que fue aquí.

Jules sonrió ampliamente, luego acercó su propio vaso a su boca.

—Aún me preguntó cómo es que no se cayó nadie borracho desde la torre.

—Quizás somos más juiciosos de lo que piensas —Camille le guiñó un ojo, entonces bebió de su vaso. El sabor dulce fue un alivio, ya había tenido suficiente Whisky de Fuego por una semana.

—Sí, claro —respondió Jules, sarcástica—. La otra noche te fuiste de repente...

—Me sentía mal —dijo Camille rápidamente, interrumpiéndola—. Algo... algo debió hacerme mal.

Sí, la estúpida canción. Afortunadamente, no había vuelto a escucharla desde entonces y esperaba que se mantuviera así.

—Espero te sientas mejor.

—Me siento bastante mejor, gracias —Camille se terminó el líquido de su vaso, entonces lo dejó en la mesa y comenzó a caminar hacia la masa de gente que se movía de un lado a otro con el ritmo de la música.

Estrellas || Lily EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora