10. Pijamada.

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Camille se sintió extraña al mirar a Phoenix mientras caminaba por la sala común con su pijama puesta.

—¿A dónde vas? —preguntó él, tenía un comic entre sus manos y había dejado de mirarlo para darle su atención a Camille—. Ya todos se durmieron...

—Lo sé —Ella lo interrumpió, hablando en voz baja—. Por eso me voy ahora.

—¿A dónde?

Camille se sintió insegura sobre decirle a dónde iría, pero suspiró y se decidió por decírselo de todas formas.

—Voy a dormir... en la habitación de Lily.

Phoenix la miró en silencio. Camille pudo notar que estaba impresionado, por sus ojos fijos en ella y por la forma en que dejó caer su comic.

—¿Qué? —preguntó, parpadeando rápidamente—. ¿Tú...? ¿Cuándo diablos sucedió eso?

—Bueno... —Camille dudó un segundo sobre decirle, pero de nuevo decidió hacerlo—. Estaba con Jessie, Saúl, Phill y Remus —comenzó—, entonces ella llegó con sus amigas, comenzamos a hablar y... bueno, la verdad no sé cómo, pero estoy invitada a dormir en su habitación.

Phoenix se quedó en silencio un momento, entonces asintió y recogió su comic.

—Si hay dulces, tráeme algunos —pidió—. Y... ten cuidado. No deben haber muchos prefectos ahí fuera, pero probablemente sí algún profesor.

Camille sonrió.

—Gracias, Nix.

Él se encogió de hombros, quitándole importancia.

—Si alguien pregunta, diré que bebiste mucho jugo de calabaza y que te dio diarr...

—Gracias —Camille lo interrumpió con una mueca de asco.

—Buena suerte —deseó él, sin mirarla, con su vista clavada en su comic. Camille asintió antes de salir de la sala común.

El pasillo en las mazmorras resultaba tan frío como cualquier otro lugar allí abajo, Camille se frotó las palmas contra sus brazos, en un intento fracasado de entrar en calor. Se aseguró de pisar con suavidad, no queriendo que sus pasos sonaran en medio del silencio y la calma de esa noche.

Cada sombra la hacía pegar un brinco y pegarse a la pared, como si pudiera fusionarse con ella, para su fortuna, algunas sombras eran parte de su imaginación, y las otras habían sido profesores o prefectos, pero había logrado ocultarse bien.

Para cuando llegó a la entrada de la sala común de Gryffindor, ya se sentía en calor, probablemente por la corrida que había hecho cuando escuchó un ruido a sus espaldas. En la entrada estaba Lily, tal como le había dicho. Llevaba un short color lila y una franela blanca.

—Por fin llegas —Cuando la vio, la pelirroja soltó un suspiro—. Estaba a nada de enviar a Potter o a Black a buscarte.

—¿Te habrías tomado tantas molestias? —Camille sonrió ampliamente, caminando lentamente hacia ella—. ¿Cuánto tiempo llevabas esperando?

Lily miró su muñeca, en ella estaba un reloj de plata, que Camille estaba casi segura, funcionaba con magia.

—Unos diez minutos, más o menos —respondió, entonces la miró—. Aunque, si soy sincera, se sintieron como cincuenta.

Camille se rio, entonces por fin llegó hasta ella, se detuvo antes de invadir por completo su espacio personal.

—¿Entramos o esperamos a alguien más?

Lily se sintió nerviosa por su cercanía, así que dio un paso hacia atrás y luego le dio la espalda.

—Tápate los oídos y canta: «La, la, la, la» —pidió sin darse la vuelta para mirarla.

Estrellas || Lily EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora