64. Amortentia.

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—El viejo siempre llega tarde —se quejó Camille, sentada junto a Lily.

—¿Vas a dejar de decirle viejo en algún momento?

—Bueno, está viejo —respondió a la pregunta de la pelirroja—. No es como que pueda decirle «joven».

—No tienes remedio —suspiró cuando no supo que más decirle.

Camille se quedó en silencio, pensando en lo que había pasado en Hogsmeade.

Luego de encontrarla, se había quedado con ella en ese callejón, abrazándola y esperando. McGonagall había llegado de un momento a otro, haciéndoles un gesto para que la siguieran. Camille no soltó a Lily en ningún momento, mantuvo su brazo sobre sus hombros, mientras miraba alrededor, con su varita en su mano. Solo se permitió relajarse cuando volvieron al castillo y, aún así, insistió en acompañar a Lily hasta la torre de Gryffindor.

—Me aburro —se quejó en voz alta, queriendo dejar de pensar al respecto. Podrían haber muerto...

—No te aburras.

—Wow, acabas de curar mi aburrimiento —respondió sarcásticamente, entonces miró su pluma y la tinta verde sobre su mesa—. ¿Me dejas tomarte de la mano?

Lily le extendió su mano sin dudar un solo segundo. Camille la tomó de forma que su palma estaba hacia abajo, tomó su pluma, sumergió la punta en la tinta verde y, con cuidado, comenzó a dibujar en la piel de Lily.

—¿Qué haces? —preguntó la pelirroja, intentando mirar.

—No seas chismosa —Camille empujó su cabeza hacia atrás con su mano.

—Me manchaste con tinta —se quejó Lily, pasándose la mano por la mejilla, viendo sus dedos manchados de tinta verde.

—Después te ayudo a limpiarte la cara —Camille le quitó importancia—. Ahora estoy ocupada.

Lily resopló y dejó que hiciera lo que fuera que estaba haciendo con su mano. La miró desde su lugar, notando cómo se apartaba el cabello del rostro de vez en cuando, manchándose con la tinta. La tenía en todos lados: en sus mejillas, su cuello, incluso su nariz.

—Terminé —dijo después de un rato, alzando su mirada para verla. Lily, que ya había estado mirándola, se le quedó viendo unos segundos antes de mirar su mano.

La tinta verde resaltaba en su piel pálida, tenía un par de manchas de tinta, pero no le importó, estaba más centrada en lo que Camille había dibujado.

Eran estrellas, dibujadas por toda su mano.

Alzó la mirada para ver a Camille, que le estaba sonriendo ampliamente. Lily quiso besarla ahí, delante de todos, pero se contuvo. Cuando salieran de clase...

—Te quiero un montón, ¿sabías? —Se acercó a ella y se lo susurró, mirándola a los ojos.

—Te quiero más —le respondió Camille, aún sonriendo.

Lily se echó hacia atrás y se quedó mirando su mano. Amaba las estrellas, tanto que habría amado tenerlas ahí para toda la vida.

—Tienes tinta por toda la cara —le dijo Lily, dejando de mirar su mano para mirarla.

—Igual que tú.

—Se me había olvidado que me manchaste —Lily alzó su mano, mirando a Camille—. Pero podemos decir que valió la pena.

—Totalmente —Ahora Camille le extendió su mano—. Tu turno.

Lily solo pudo sonreír y sujetar su mano. Camille le extendió su pluma y la recibió, la sumergió en la tinta verde y comenzó a dibujar.

Estrellas || Lily EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora