89. La vida después de Hogwarts.

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Camille no lo pensó mucho antes de entrar a la academia de aurores en Inglaterra. Sí, era francesa, pero ya había hecho gran parte de su vida en ese país.

Sirius y James no se habían enlistado con ella, como Camille creyó que harían, sino que, por lo que Sirius le dijo, se iban a unir a una especie de grupo secreto.

—¿Y para qué el grupo secreto? —preguntó Camille, mirando a Sirius.

—Para parar a Voldemort, claramente —Frunció el entrecejo cuando notó la expresión desconcertada de Camille—. Voldemort... Está en El Profeta todo el tiempo. Sus mortífagos están atacando a muggles todo el tiempo, ¿de verdad no sabes nada?

—Me suena el nombre, pero... no leo el periódico —Camille hizo una mueca—. ¡Ah, claro! Es el supremacista de sangre este, el que tiene a los mortífagos, sí.

Con la mención de los mortífagos recordó a Lily y cuando ella los llamó «mororugas»... Algún día la superaría, pero por entonces, no había nada qué hacer para dejar de pensar en ella.

—¿Y luego me aceptarían a mí en ese grupito secreto? —preguntó Camille, distraída por sus pensamientos sobre Lily—. Los supremacistas me caen mal.

—Seguro encontraremos la forma para que tengas un lugar.

Y ambos se sonrieron.

♦♦♦

La academia era exigente. Camille terminaba todos los días cansada y, apenas ponía la cabeza en su almohada, se dormía.

Veía clases todas las mañanas, los profesores le enseñaban toda la teoría y, luego, en la tarde, entrenaba hasta que la ardía la palma de la mano de tanto usar su varita.

No tenía casi tiempo ni energía para pensar, pero, aún así, todos los días pensaba en Lily y en Jules.

Se había considerado buena duelista hasta que tuvo que enfrentarse con sus compañeros de la academia. No era la peor de todos, pero le resultó vergonzoso que uno de ellos la desarmara en menos de un minuto.

Se sentó en su sitio luego de tomar su varita y frunció el entrecejo. Tendría que esforzarse más si quería ser buena auror.

—No te preocupes, Camille —Uno de sus compañeros, Butchy, le dio una palmadita en la espalda—. El imbécil de Casey es infalible.

Ambos miraron a Casey, que estaba sentado en su lugar a unos cuantos metros, mirando a los que tendrían un duelo en un momento.

Camille respiró profundamente, aún mirándolo.

Iba a entrenar hasta vencerlo.

♦♦♦

Lily, por su parte, había conseguido un trabajo en una librería del Callejón Diagon. Aún no estaba segura de qué quería hacer, pero, aún así, no podía quedarse sin hacer nada hasta descubrirlo.

Y James, aunque no se había enlistado en la academia de aurores por todo el tema de unirse a la Orden del Fénix, había conseguido un trabajo como mandadero en la tienda de ingredientes para pociones que estaba cerca de la librería en la que trabajaba Lily.

—Te traje un lirio —le dijo James una tarde, apoyándose en el mostrador y sonriéndole.

Lily la recibió y correspondió su sonrisa. Era inevitable encontrar a James lindo si siempre era tan atento.

—Gracias —Miró la flor unos segundos, entonces volvió su mirada a James, que ya tenía sus ojos marrones atentos a ella—. ¿Cómo ha estado el trabajo hoy?

—Tranquilo —respondió James, viendo cómo Lily metía la flor en un pequeño florero—. Afortunadamente, casi nadie ha pedido nada a domicilio.

Lily asintió con la cabeza, demostrando que estaba escuchándolo, y se puso a acomodar libros. James la miró ponerse de puntillas para colocar uno en la parte alta del estante.

Estrellas || Lily EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora