23. Desayuno.

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Sirius miró atentamente a Camille cuando se sentó junto a él.

—Ayer no viniste —comentó casualmente, como si no fuera algo importante, pero seguía pensando en ello.

—Me hacía falta sentarme en la mesa de mi casa —explicó Camille, entonces se acomodó, puso su pierna sobre la de Sirius y se inclinó hacia atrás para mirarlo a la cara—. Si sigo viniendo acá tan seguido terminaré siendo una Gryffindor.

—¿Y eso es malo? —respondió él de inmediato.

—Considerando que el sombrero la colocó en Slytherin —habló Remus, notando la confusión en la expresión facial de la francesa—, sí. Dime, Sirius, ¿a ti te gustaría que insinuaran que eres Slytherin?

—¡Jamás! —exclamó de inmediato. Remus sonrió, sintiéndose satisfecho.

—Eso pensé —dijo—. Ha habido algunos comentarios malintencionados hacia nuestra dulce Camille...

—Cuidado, Remus, que me sonrojo —Camille lo interrumpió, fingiendo una sonrisa apenada. El chico sonrió levemente, entonces se aclaró la garganta.

—El caso es que algunos dudan sobre su... ¿amor por Slytherin? No sé, supongo que es eso. Insinúan que es más Gryffindor que Slytherin, y eso puede ser agotador —Remus miró a Camille—. Además, no tiene nada de malo que coma en una mesa en la que tú no estás, ¿o sí? —Ahora miró a Sirius, con total seriedad. Camille sonrió levemente.

—No —Sirius negó, entonces miró a Camille—. Lo siento si soné brusco... es solo que me acostumbré a tenerte cerca.

—No te preocupes —La francesa alzó su mano y desordenó el cabello de Sirius, en un gesto afectuoso—. Puedo entenderlo. Si te sirve, puedes ir a la mesa de Slytherin los días que decida comer ahí.

James, que se había mantenido en silencio, miró a Sirius, notando un pequeño debate interno. Sabía que Sirius amaba ser Gryffindor, y que tenía un orgullo tan fuerte por su casa, que le resultaba difícil pensar en la idea de estar en la mesa de la casa que era todo lo contrario.

—Está bien —terminó diciendo—. Lo acepto.

Camille le sonrió, entonces puso sus palmas contra la mesa y se puso de pie.

—¿A dónde vas? —preguntó Sirius, algo confundido, ella aún no había desayunado.

—Con Evans —respondió—. No te preocupes, mañana podemos desayunar juntos.

Le golpeó juguetonamente en la nuca antes de alejarse hacia la derecha, Lily estaba a tan solo metros de ellos. Camille sonrió cuando vio que había un espacio vacío a su lado y se apresuró a sentarse a su lado. Pasó su brazo sobre sus hombros, causando que Lily diera un pequeño brinco por el susto. La francesa sonrió por su reacción y volteó el rostro, para acercarse a su oreja

—Buenos días, Lily —murmuró, sintiendo el pequeño escalofrío que recorrió a la pelirroja—. ¿Tuviste una buena noche? —preguntó, entonces dejó un pequeño beso en la piel expuesta de su cuello, justo debajo de su oreja.

Camille sonrió cuando se separó y pudo verle el rostro. Lily estaba ligeramente sonrojada y con la boca abierta, entonces frunció el entrecejo y volteó a verla.

—Buenos días, Camille —respondió, entonces echó el rostro un poco para atrás, ya que se dio cuenta de que sus narices casi se rozaban—. Sí, dormí bien, gracias por preguntar.

—Buenos días a nosotras también... ¿o los buenos días son solo para los que están enamorados? —habló la voz de Marlene, haciendo que ambas voltearan a verla.

Estrellas || Lily EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora