47. Notas.

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Los siguientes días fueron tranquilos. Camille hablaba más sobre sí misma con Lily, incluso de cosas aleatorias que le pasaban por la mente.

Lily sentían que habían conseguido más confianza que antes, por eso quería esperar a que Camille quisiera hablar de Beauxbatons. No quería presionarla, como sentía que había hecho con todo el tema de la cicatriz... pero tampoco estaba segura de qué otra cosa se suponía que tendría que haber hecho.

Camille había comenzado a hablar de los resultados de sus TIMOS y Lily estaba comenzando a sentirse nerviosa al respecto. Había evitado pensar sobre ello durante todo el verano, la idea de pensar que había podido fracasar en alguno la ponía de los nervios. Sabía perfectamente que tenía que conseguir la mayor cantidad de TIMOS posibles, ya que aún no sabía cuál profesión tomaría en el futuro y, según McGonagall, lo mejor era que tuviera tantas puertas abiertas como pudiera.

Lily había esperado que Camille estuviera tan nerviosa como ella, pero demostraba muchísima calma cuando mencionaba los TIMOS. Se preguntaba cómo podía estar tan tranquila cuando fracasar podía arruinar su sueño.

—¿Cómo es posible que parezca que los TIMOS no te importan en absoluto? —preguntó Lily una mañana, sin poder soportar más la curiosidad—. Llevo días muriendo de ansiedad y mordiendo mis uñas —Extendió sus manos con sus palmas hacia ella para mostrarle a Camille—, todo eso de solo pensar en los TIMOS.

—Me importan —le aseguró Camille, tomándola de las manos para mirarlas—. Quizás deberían apresurarse en enviar los resultados o te vas a quedar sin uñas —señaló, sonriendo levemente—. Los TIMOS son de las cosas más importantes en mi vida ahora mismo —dijo, dejando de sonreír y mirando a Lily con seriedad—. Mi futuro estaría arruinado si fallo, pero... —Camille suspiró y cerró los ojos unos segundos, cuando los abrió, forzó una pequeña sonrisa— solo me queda esperar, todo lo que podía hacer, lo hice en los exámenes.

Entonces Camille soltó sus manos, luciendo preocupada de repente. Lily se odió por haberle preguntado por los TIMOS, tendría que haber manejado su propia preocupación a solas.

—¿Y si vamos a desayunar? —dijo Lily rápidamente, tratando de hacer que Camille pensara en otra cosa—. Por favor, tengo hambre y me da miedo bajar sola cuando tu mamá está en la cocina.

Camille dejó su preocupación y soltó una risa.

—Mi mamá no te va a hacer nada. Lo sabes, ¿verdad?

—Preferiría no averiguarlo, si no te molesta.

Camille se levantó de la cama y le extendió una mano a Lily, que la aceptó y se puso de pie.

—Espera, deja me pongo los zapatos.

Camille suspiró, cruzándose de brazos.

—Tú y tu necesidad de ponerte algo en los pies para andar por la casa.

—Odio sentir que me ensucio los pies —respondió Lily, poniéndose sus zapatos.

—¿Y no podías conseguir algo más cómodo y rápido de poner que tus zapatos de siempre? —preguntó Camille, bostezando—. No sé, pantuflas quizás.

—Olvidé empacar las mías —murmuró Lily—. Ya está —Se acercó a Camille rápidamente—. Vamos a desayunar.

Camille se limitó a darle un beso en la mejilla y salir de la habitación con ella detrás. Lily la siguió hasta la cocina, donde ya estaba Rebekah, sirviéndose algo en una taza.

—Buenos días —saludó ella, alzando la mirada y viéndolas a ambas—. Linda pijama, juraría que Camille tiene una parecida —le dijo a Lily cuando terminó de llenar su taza y salió de la cocina.

Estrellas || Lily EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora