70. Los regalos de Lily.

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—Te está quedando perfecta —le dijo Camille, viéndola terminar su primera flor de papel bien hecha.

Ambas estaban sentadas en la cama de Camille. Lily haciendo varias flores de papel hasta que le saliera una bien y Camille ayudándola con consejos.

—Para ti —Lily la giró entre sus dedos, sujetándola del tallo de papel mientras se la extendía a Camille.

—¿Así que ahora esto también va a ser nuestra cosa?

—¿También? ¿Qué más es nuestra cosa? —Lily la miró, sonriéndole, viendo cómo Camille miraba la flor y acariciaba los pétalos de papel con la yema de sus dedos.

—Las estrellas —Camille alzó la mirada y le puso una mano en la mejilla—. Ya solo nos faltan apodos que tengan que ver.

—Te puedo decir estrella —ofreció Lily, apoyando el rostro en su mano sin dejar de mirarla.

Mon étoile.

—¿Qué? —preguntó Lily, sonriendo.

—Mi estrella —respondió Camille—. En francés, claramente.

—Entonces es... Mon étil... ¿Cómo era?

Ambas se rieron.

Mon étoile —repitió Camille.

Lily lo intentó varias veces hasta que lo consiguió.

Mon étoile —dijo, mirando a Camille—. Te quiero.

—Yo más —Camille le dejó un beso en la frente, entonces se puso de pie—. Voy a buscar galletas, ¿vienes?

—Espero aquí.

La miró salir de la habitación, entonces tomó otro trozo de papel, la pluma y la tinta que Camille tenía por ahí. Lily escribió con rapidez sobre el papel, las palabras venían con facilidad a su mente. Una vez que comenzó, no pudo parar hasta que terminó de escribir todo lo que quería.

Sopló la tinta en un intento de que secara más rápido. Prestó atención a cualquier sonido, por si Camille venía. No quería que viera lo que había escrito, no aún, al menos.

Una vez la tinta estuvo seca, comenzó a plegar el papel. Lily se mantuvo concentrada en eso hasta que tuvo una flor de papel entre sus dedos. Una vez terminó, se puso de pie y buscó un sitio en el que esconderla, hasta que abrió el armario de Camille y la puso en la parte más alta, en la que solo habían un par de cajas. No sabía que había en ellas, pero tampoco le interesaba. Lily dejó la flor ahí encima, después cerró el armario y volvió a sentarse en la cama.

Miró el armario de reojo. Se preguntaba cuánto tardaría Camille en encontrar la flor de papel.

♦♦♦

—¿Hay galletas? —preguntó Camille, entrando a la cocina.

Rebekah la miró desde su lugar, junto a la encimera, con una cadera apoyada en ella, una taza en una de sus manos y un cigarro en la otra.

—Deja apago esto —Rebekah apagó el cigarro de inmediato, entonces miró a Camille—. Están dentro del horno.

—¿Sí sabes que no es necesario que apagues el cigarro siempre que estoy cerca?

—Es malo para tu salud.

—Y para la tuya.

—Yo soy la adulta responsable aquí —Rebekah sonrió, viéndola acercarse al horno—. Nunca fumes.

—Como digas.

Camille abrió el horno e intentó agarrar la bandeja, pero apartó la mano de inmediato.

Estrellas || Lily EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora