40. TIMOS.

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𝖆𝖉𝖛𝖊𝖗𝖙𝖊𝖓𝖈𝖎𝖆: 𝖈𝖔𝖓𝖙𝖊𝖓𝖎𝖉𝖔 𝖘𝖊𝖝𝖚𝖆𝖑 𝖊𝖝𝖕𝖑í𝖈𝖎𝖙𝖔

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Antes de que la fiesta acabara, Camille tomó a James del brazo, llamando su atención.

—¿Recuerdas que te dije que quería hablar contigo? —habló Camille, acercándose a su oreja. James asintió—. ¿Puedes ahora mismo?

James volvió a asentir, y Camille caminó hacia la salida de la sala común, aún sosteniéndolo del brazo. Ambos salieron, y Camille ignoró deliberadamente la mirada que le estaba dando la Dama Gorda.

—¿Sobre qué quieres hablar? —preguntó James, luciendo incómodo.

—Sobre lo que te dije —respondió ella, y James hizo una mueca—. No quería llamarte patético.

—Sí, bueno —James se pasó una mano por la mejilla, pensativo—. Al parecer, estas cosas pasan.

Ambos se quedaron en silencio varios segundos, bastante incómodos. James no sabía qué decirle, y Camille no estaba segura de cómo hacerle saber que, de verdad, lo sentía.

—Mira... —Camille suspiró—. Es simplemente... es estresante, ¿de acuerdo?

James la miró, curioso y levemente ofendido.

—¿Por qué?

—Me siento así porque... —Camille se interrumpió de golpe, recordando que no podía simplemente decirle que le gustaba Lily— porque odio que los chicos sean tan insistentes. Muchos no saben aceptar un no por respuesta, y sé lo molesto que es. No sé si a Lily le irritas o no, pero a mí... me caes bien, pero cuando estás tras Lily, insistiendo cuando ya te ha dicho mil veces que no, es como... no lo sé —Camille suspiró.

James asintió, pensativo.

—Creo que lo entiendo —dijo él—. Supongo que debería aprender a tomar un no por respuesta, ¿no crees? —Camille hizo una mueca que se suponía era una sonrisa—. Lamento que hayas tenido una experiencia tan terrible con chicos insistentes como para terminar tomándome de la camisa y diciéndome patético.

James rio levemente.

—¿Entonces estamos bien? —preguntó Camille, queriendo confirmar—. Porque ya todo esto de sentirnos incómodos cuando estamos con los demás es estresante también —Y rio nerviosamente, a la expectativa de una respuesta.

James asintió.

—Estamos bien —confirmó, sonriendo—. Ahora que estamos bien, ¿te puedo confesar algo? —Camille asintió y James rio levemente—. Casi me hice encima cuando me tomaste de la camisa.

Camille dejó salir una carcajada.

—Lamento eso.

Él se encogió de hombros, dejando ver que, en lo que a él respectaba, ya todo estaba bien.

—¿Volvemos a la fiesta? —preguntó James, haciendo una seña hacia la Dama Gorda, que los miraba en silencio—. Sirius y yo tenemos una apuesta de quién se embriaga primero.

—Apuesto por ti —bromeó Camille, empujándolo a modo de juego.

—Muy alentador.

James dijo la contraseña para entrar, y juntos entraron a la sala común.

♦♦♦

Camille se quejó cuando sintió que la movían de un lado a otro.

—Despierta.

Estrellas || Lily EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora