51. La cámara.

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Un día antes de volver a Hogwarts, Camille había pasado la tarde con Kilow.

No le hacía mucha gracia pasar una tarde mirando a Kilow en el taller, pero le gustaba hablar con él, y quería pasar tiempo con él antes de volver a Hogwarts.

—La pelirroja era linda —comentó él, dejando de mirar el motor del coche en el que estaba centrado para mirar a Camille.

—Sí, ya me preguntaste si estaba disponible...

—Y me dijiste que me fuera a la mierda —recordó Kilow—. Sí, fue algo como «Es mi novia y si te acercas mucho, te rompo las piernas».

—¡Mentira! —exclamó Camille, mientras Kilow se reía—. Lo pensé, pero no lo dije. Además... técnicamente, no somos novias.

—¿Entonces está disponible?

—Deja ya —se quejó Camille, lanzándole un trozo de plástico que estaba en el suelo.

—Vale, vale —aceptó, notando que no le resultaba divertido—. ¿Quieres que sean novias?

—Bueno... —Camille se encogió de hombros, pero Kilow se mantuvo en silencio y se sintió presionada—. Sí, claramente. Es una de las personas en las que más confío y... no lo sé, realmente la quiero.

—¿Aún no llegas a ese escalón?

—Vas a tener que ser más específico.

—Ya sabes —Kilow le prestó completa atención, dejando de lado el coche que se suponía tenía que estar arreglando—. El primer escalón es la atracción, luego viene gustar de esa persona, entonces viene el último escalón: estar enamorado. Aunque a mí me gusta la idea de que haya un escalón entre gustar y enamoramiento, ya sabes, querer a esa persona. Te puede gustar alguien sin que lo quieras... no sé, es complicado.

Camille dudó, realmente no había pensado mucho al respecto. Sabía que quería que Lily fuera su novia, sabía que la quería, pero no estaba segura de si ya estaba llegando a estar enamorada de ella. Lo veía probable, demasiado.

—No sé —terminó diciendo—. Y con todo ese asunto de los escalones... creo que no entendí.

Kilow hizo un ademán para quitarle importancia.

—Es mi manera de acomodar mis sentimientos; poniéndolos en escalones —explicó—. Tú puedes tener tu propia manera diferente... no sé, quizás quieras representarlos con peras.

—Claro, eso tiene muchísimo sentido —se burló Camille—. Hoy es mi último día aquí y solo estás confundiéndome.

Kilow sonrió.

—Ese es mi propósito, básicamente —dijo—. Llego, te confundo y me voy.

—¿Entonces esta es la parte en la que te vas?

—Ya no, me encariñé contigo.

—Vaya desgracia.

Él se rio, mirando a Camille.

La tarde se les pasó rápido, en especial cuando comenzó a enseñarle a Camille como cambiarle el aceite a un coche.

—Y así se hace —terminó de explicar, sonriéndole. Él estaba bajo el coche, mientras que Camille estaba agachada a su lado, intentando ver lo que más podía, que no era mucho—. Ya sabrás cambiarle el aceite al tuyo.

—Sí... creo que prefiero pagar para que lo hagan.

—Qué sorpresa, la niñita rica quiere que los demás hagan el trabajo duro —se burló él.

—Qué sorpresa, el pobre trabajador burlándose de la que simplemente tuvo suerte de nacer en la familia adecuada —respondió ella.

Kilow le sonrió, mirándola desde abajo.

Estrellas || Lily EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora