Extra: Un hogar vacío.

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El funeral de Camille fue tranquilo. No había demasiada gente, apenas seis personas.

Phoenix fue el encargado de dar un discurso, el encargado de hablar de Camille, pues Rebekah no podía. ¿Qué más podía hacer, sino era sentir empatía por el dolor de Rebekah? Si a él le dolía tanto... No podía ni comenzar a imaginar lo que Rebekah estaba sintiendo.

Recordaba perfectamente lo que estaba haciendo cuando recibió una carta de parte de Rebekah, informándole sobre la muerte de Camille. Al principio, no había podido creerlo. Pensó que era una especie de broma, pero Rebekah no bromearía con algo así y, de hecho, ella y Phoenix llevaban ya un rato sin entrar en contacto.

Phoenix se había pasado un buen rato sentado en el sofá de su sala, con el pergamino entre sus manos. La noticia no terminaba de ser procesada por su cerebro. ¿Camille muerta?... Antes de siquiera terminar de procesarlo, las lágrimas habían llegado, nublando su visión. Entonces terminó de entenderlo. Se sintió como un golpe en la boca del estómago que lo dejó sin aire.

—...Y era mi mejor amiga —terminó de decir Phoenix, parpadeando rápidamente para apartar el recuerdo y las lágrimas. Tan solo recordarlo casi lo había dejado sin aire otra vez—. Y yo... Camille fue una persona amada por los que la conocíamos y... y esperaremos...

Phoenix no terminó de hablar cuando se quebró. Tragó saliva y apretó la madera del atril que había convocado para dar unas palabras, pero era imposible.

—Ya está, ya está —dijo Rebekah desde la primera fila, con la voz ahogada, pero tratando de consolarlo.

Phoenix trató de contener sus sollozos. ¿Cómo podía ser tan egoísta de tirarse a llorar ahí, delante de Rebekah?

—Te vamos a extrañar, Camille.

Esas fueron las últimas palabras de Phoenix antes de casi correr de regreso a los asientos, se dejó caer junto a Remus. No importaba que llevaran rato sin hablar y que Phoenix llevara meses evitándolo cada vez que lo veía por la calle. Se sentó ahí y enterró su rostro entre sus manos, tratando de detener su llanto.

Remus dudó unos segundos, pero le acarició la espalda.

Además de ellos, también estaban Jules, Zoe y Killow. Phoenix se había encargado de avisarle a Jules y a Remus, y Rebekah a Kilow.

En silencio, el encargado del cementerio dio unos pasos hacia adelante, titubeante, pero listo para proceder.

Rebekah se cubrió el rostro con un pañuelo, no queriendo ver a su hija en una tumba. No estaba lista.

♦♦♦

Los primeros meses, Jules siguió saliendo de su casa ese día al mes, ese día que ella y Camille tenían para la «noche de pelis».

La primera vez lo hizo inconscientemente, incluso llegó a la puerta del departamento de Camille, pero cuando fue a golpear la puerta lo recordó. Así que, en lugar de ver películas con Camille, se fue caminando de regreso a su hogar, sollozando sin poder evitarlo.

La noche de pelis era algo importante. Era un ritual suyo y de Camille, un momento único del mes. Jules se sentía como si le hubiesen arrancado una parte de su cuerpo. Ni siquiera tenía que ver con los sentimientos que alguna vez había tenido por Camille, pues esos se habían esfumado hacía un buen rato, dejando solo una fuerte amistad... Jules la extrañaba, demasiado.

Zoe no lo entendía, Pinkey tampoco. Aunque Jules no hablaba mucho con Pinkey, pues después de que se negara a acompañarla al funeral de Camille porque su exnovio iba a estar ahí... Jules se sintió mal, quizás incluso traicionada. ¿No había querido ir a apoyarla porque estaría su ex? No le parecía un buen motivo, no cuando, según Pinkey, todo había terminado bien entre ella y Kilow.

Estrellas || Lily EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora